Frase repetida 200 veces por mi madre. Que a mi hermano y a mi nos daba un poco igual, pero ella estaba histérica y finalmente se hizo lo que quiso, rompiendo toda tradición navideña por las ansias de abrir los regalos el día antes (nosotros somos los típicos que un mes antes del cumpleaños ya tenemos los regalos. Incluso creo que mi madre ya ha comprado los regalos para mi 21 cumpleaños; y eso que es en noviembre).
Tengo que confesar que una vez se montó todo el jaleo de fingir que tienen panza (bueno, mi madre lo que es fingir no finge mucho) y reparten regalos, emociona. Me haría más gracia si mi perra hiciera de reno y si pusieran un mural hecho con plastidecors donde se hubiera dibujado una chimenea con fuego y calcetines de navidad, pero no me quejaré de mi árbol del chino con adornos del chino.
Soy muy chulita yo. Me aguanté todo el rato, como una campeona. Pero fue abrir el primer regalo, y empecé a chillar como una loca. No lo escondo, eh, da igual. Lo confieso aquí públicamente: ayer chillé como el niño de la nintendo sicstifor con cada regalo que abría. http://es.youtube.com/watch?v=VAbNa4MlIhg
“UALAAAAAAAAAAAA, unas zapatillas rosas, ¡¡unas zapatillas rosas!!” (y me paso los zapatos por toda la cara). “UOOOOOOOOO isjdkjsad (algo ininteligible, que venía siendo un “¡¡todo un surtido de cremas para la cara!!”)(además, tengo la ligera sospecha que mi madre ha atracado a una perfumería, porque me ha hecho una cesta con más de 6 cremas para la roña facial)”, “y unos pececitos manopla para quitarme la piel muerta del cuerpoooo”, “y un brillo que huele a polvorón!! MARC MARC MIRAAA, QUE HUELE A POLVORÓN (y el otro autista con sus regalos, porque le habían traido la wii)". "PERO QUÉ VEOOO, ¡un cuadro de Nueva Yooooooooork, oooooh dsajkdjshd!”, “jajajaaj un tanga con lacito, mira qué cuqui (cuando uno orgasmea, le salen palabras ridículas que jamás diría. Cuqui sería un ejemplo de ello). “QUÉ PELUCHITO TAN MONOOO, miraaa, con una bufanda como la mía. ¡¡Y ROSA!!, que me combina con las zapatillas... AIII, que le voy a llamar BUFANDIKI. ¿Le llamo bufandiki? (aquí me di cuenta de que estaba hablando sola. Aunque me podía escuchar todo el vecindario, por mis decibelios de más), “UNA BUFANDAAAA (y me la pongo, pero es importante saber que ya llevaba una. Casi muero ahogada)”, “por fin podré quitarme los calloooooooooooooos, un surtido anticallosssss (así puesto me da hasta vergüenza haberme emocionado con un ‘surtido anticallos’)”, “¡¡un reloj!! QUE YA LO HABÍA VISTOOOO, OH MY GOOOOD (como el niño de antes), QUE YO LO QUERÍAAAA”, “y un ambientador de vainilla... y y y y este anillo tan bonitoooooo, ¡¡que no tenía anillos bonitos!! (y mi madre me mira con cara de “gracias, por la cuenta que me trae”), “¡¡pintauñas para hacerme la manicura francesaaa!! (y mi madre soltó un “sí, ¡¡son del chino!!" Y yo la miré con cara de: “joder... hay cosas que no deben decirse, podrías haber mentido...”)".
Entre tanto regalo, sucedió algo que no estaba previsto. Algo demasiado patético. Algo que un ente normal NO haría. Pero que yo hice: me lancé al suelo del comedor y empecé a hacer croquetas por todos los metros cuadrados que no tenían un mueble encima. Casi tiro el árbol chino con los adornos chinos. Casi atropello a mi perra. Y mis padres casi se mueren de la vergüenza ajena.
“Mama, ¡¡cómo se lo han currado (currado es una palabra fea y cutre; pero suelo decirla y más en situaciones de emociones fuertes)!!” Entonces fue cuando mi padre, el tony fender, lo vio claro: era su momento para reivindicar por su regalo y no dejó escapar su oportunidad. Así que, con el rencor por delante, soltó un inocente: “sí, como mis zapatillas. Quién no iba a querer unas zapatillas”. “Oye toniii (mi madre usa un tono específico para decir esto, pero siempre el mismo), que tú no me has regalado nada”. “Bueno, es verdad. Por lo menos no son made in china”.
Y después de eso empezamos a jugar como locos con la wii (soy mala de la ostia jugando al golf, al tenis, al béisbol, a los bolos... pero qué buena soy boxeando, por dios). Y debo decir otra cosa: que alguien me quite esa máquina, o algo malo pasará (por poner un ejemplo, que me cargue la tele del comedor en momento de furia boxeadora).
FOTO DE LA OSTIA de mi hermano y mi padre en la butaca de casa de mis abuelos, el día de navidad de hace un año. La emoción nos puede en la familia. Se quedaron media hora así porque nadie les podía ayudar de la risa que nos entró.