Hoy voy a contaros mi experiencia traumática de la depilación de partes bajas. Que lo digo así lo primero para que luego no asuste tanto. Ya me he quedado más tranquila.
Algún día del mes pasado me debí levantar yo con ideas lúcidas y se me ocurrió depilarme la flor. Si Freud se levantara me diría que mi inconsciente planeaba una noche loca de sexo desenfrenado; pero si Freud se levantara, creedme que le diría que se volviese a acostar porque actividad, y encima sexual, mi Parte (aprovecharé para ir poniendo la multitud de nombres graciosos – para la LOGSE: gracioso, de gracia, que me hace a mí- que puede llegar a adoptar esta parte del cuerpo) no iba a tener, si no fuera por la menos turbación.
La cuestión es que me felicité a mi misma por la fantástica idea que había tenido. Como si me hubiese parido, qué orgullo que sentía por ejercitar las neuronas de esa forma tan magistral. Y me fui tan feliz dirección Centro de Estética.
Vale, primera duda: dónde hay una cosa de esas, si es que existe. Creí recordar que antaño yo solía depilarme todo como dios manda en un sitio legal donde una mujer en bata te hablaba rollo terapia psicoanalítica mientras te iba dando tirones con un moco amarillo que quemaba. Pero hacía tanto de eso que dudaba de su continuidad en la tierra.
Cuando di con su paradero (consiste en dar vueltas arriba y abajo hasta que encuentras algo que, a tu entender, es el objetivo deseado), me asaltó la segunda duda: ¿y aquí no se tendrá que pedir hora? Vaya un desmorone cuando vi la cruda realidad: ya me veía yo volviendo a mi casa con el Chichi (ésta es buena) a lo bicho de la Familia Adams. Pero, armada de valor, entré; la disonancia ya vendría luego, me dije.
- Hola!
- (Vale, mierda, Sandra, joder, esto lo tendrías que haber planeado mejor: ¿y ahora qué le digo yo a ésta? ¿Cuál es su argot? ¿Hablan mi idioma? ¿“Hola vengo a depilarme el pubis” es correcto? No. Porque pueden no depilarme los labios. Vale, maticemos: “Hola vengo a hacerme las ingles”? Puede ser que no, porque mi cultura me dice que hay tipos de ingles –la caribeña, la brasileña…- y cuál de todas ellas es, vamos a ver. Joder qué chungooo, estoy sudando. Hiperactividad cerebral, tengo. Encima estoy tardando en contestar y la pobre ya me mira raro. Venga Sandra, di algo, ni que sea finge que estás afónica… No, no: hazte la tonta. Ya está, tú hazte la tonta y alarga las frases. Ánimo) Hola…
- Hola
- (Podemos saludar más veces pero ya no creo que sea necesario) ¿Se tiene que pedir hora? (¡¡Muy buena, Sandra!! Aquí despistando con temas secundarios)
- No, no hace falta. Puedes pasar ahora mismo
- (Mierda, ya la hemos liado. ¡¡No estaba preparada mentalmente para esto!! WAAHH socorro, no puedo hacerlo, ¡¡que alguien me saque de aquí!!) Ah… vale. Pues… (tranquila, no hiperventiles; es importante) venía a depilarme las ingles (¿Era necesario que le enseñaras donde tienes las inglés? ¿¿¿Era realmente necesaria esa indicación??? ¿Crees que ella no tiene?)
- Todo, ¿no?
- (Todo, todo... a ver si me vas a dejar como cuando tenía 3 años y te demando... que estoy yo muy puesta en el tema de leyes desde que veo Ally Mcbeal) Sí, sí, todo (Dios, sólo me falta decirle luego que es para el rodaje de una película erótica)
- Vale, espérate aquí un momentito y ahora te llamamos
En ese momento, y es feo, pero me vinieron pensamientos neuróticos: ¿y si estoy sucia? No, que te has lavado antes de venir. Sí, pero has andado cinco calles, se puede haber ensuciado, la muy traidora (me doy cuenta que a veces soy Gollum y tengo un trastorno bipolar). Total, que me voy al lavabo a corroborar información. Porque me sabría muy mal que la pobre mujer, a parte de depilarme eso feo y peludo a las 4 de la tarde, justo después de comer, encima estuviese sucio. Que no, que no.
El momento crítico fue cuando me aparece la típica rubia de centros de estética con sus piercings y sus pantalones ajustados y me comunica que ya puedo entrar.
- Vale, ya puedes pasar y te quitas la ropa.
Me dice esto y se va. Vamos a ver que me aclare… para qué tanta formalidad, por qué demonios me dejas aquí en mi intimidad para quitarme la ropa… ¡¡si me vas a ver el Chichi (repito palabra porque es mi favorita) dentro de dos minutos!! Era un tema que tampoco iba a ponerme a discutir. Así que con la músiquita de fondo me quité los pantalones y me quedé ahí de pie, esperando como una idiota. Y aquí pasa algo que me tortura de mi persona: de tantas pelis que he visto, siempre que me desnudo en un sitio público (como si lo hiciera cada día) me imagino que hay cámaras. Pero bueno, ése es otro tema.
Al cabo de una hora (que dices: no sé tú pero yo tanto rato para quitarme un pantalón no necesito), la chica aparece.
- ¿me tengo que quitar el tanga? (Si se tiene en cuenta que me va a depilar la concha, la pregunta puede parecer estúpida; pero mi gran cultura se asomó de nuevo y recordé que no es necesario que te quites las braguitas porque ya se montan ellas las peripecias varias para depilarte)
- No, no hace falta.
Entonces hace algo que me descoloca totalmente: coge un pañuelo de papel y me ata el tanga a modo tirachinas, o yo qué sé qué era aquello. En ese momento estuve tentada de pedirle el carné del gremio de los depiladores, pero opté por mirar al techo en busca de alguna cámara que explicara lo que estaba pasando.
Qué gran momento. Yo con las piernas puestas como una rana, la típica escena de película en la que las drogan para luego matarlas (se ha de ser psicótico, pudiendo experimentar con ratas), y la otra en la gran odisea. Qué penita me daba la pobre. Encima me tocaba. Paremos en este punto: a mi me da igual que me toque, como si me pone el dedo en el brazo. ¿Pero no le da repelús a ella tocar mi Cosita sin guantes ni nada? Además, con lo activa que es mi Flor, andar apartando telarañas no debe ser muy agradable…
Cuando acaba, la situación es tensa. Porque a mi me dan ganas de agradecer, que se ha de ser imbécil, después de lo que pagas. En fin, es lo que tiene levantarse lúcido y tener ganas de que te depilen las Partes (que no se por qué digo partes, si de partes sólo tengo una).
P.D: Quiero que quede muy claro que mi estado habitual no es una Flor Peluda; sólo quería probar la experiencia ridícula de que alguien me depilara (ahora que lo leo, parezco una enferma). Esto lo remarco por si tengo que hacer una película porno algún día, que conste en mi currículum.
Algún día del mes pasado me debí levantar yo con ideas lúcidas y se me ocurrió depilarme la flor. Si Freud se levantara me diría que mi inconsciente planeaba una noche loca de sexo desenfrenado; pero si Freud se levantara, creedme que le diría que se volviese a acostar porque actividad, y encima sexual, mi Parte (aprovecharé para ir poniendo la multitud de nombres graciosos – para la LOGSE: gracioso, de gracia, que me hace a mí- que puede llegar a adoptar esta parte del cuerpo) no iba a tener, si no fuera por la menos turbación.
La cuestión es que me felicité a mi misma por la fantástica idea que había tenido. Como si me hubiese parido, qué orgullo que sentía por ejercitar las neuronas de esa forma tan magistral. Y me fui tan feliz dirección Centro de Estética.
Vale, primera duda: dónde hay una cosa de esas, si es que existe. Creí recordar que antaño yo solía depilarme todo como dios manda en un sitio legal donde una mujer en bata te hablaba rollo terapia psicoanalítica mientras te iba dando tirones con un moco amarillo que quemaba. Pero hacía tanto de eso que dudaba de su continuidad en la tierra.
Cuando di con su paradero (consiste en dar vueltas arriba y abajo hasta que encuentras algo que, a tu entender, es el objetivo deseado), me asaltó la segunda duda: ¿y aquí no se tendrá que pedir hora? Vaya un desmorone cuando vi la cruda realidad: ya me veía yo volviendo a mi casa con el Chichi (ésta es buena) a lo bicho de la Familia Adams. Pero, armada de valor, entré; la disonancia ya vendría luego, me dije.
- Hola!
- (Vale, mierda, Sandra, joder, esto lo tendrías que haber planeado mejor: ¿y ahora qué le digo yo a ésta? ¿Cuál es su argot? ¿Hablan mi idioma? ¿“Hola vengo a depilarme el pubis” es correcto? No. Porque pueden no depilarme los labios. Vale, maticemos: “Hola vengo a hacerme las ingles”? Puede ser que no, porque mi cultura me dice que hay tipos de ingles –la caribeña, la brasileña…- y cuál de todas ellas es, vamos a ver. Joder qué chungooo, estoy sudando. Hiperactividad cerebral, tengo. Encima estoy tardando en contestar y la pobre ya me mira raro. Venga Sandra, di algo, ni que sea finge que estás afónica… No, no: hazte la tonta. Ya está, tú hazte la tonta y alarga las frases. Ánimo) Hola…
- Hola
- (Podemos saludar más veces pero ya no creo que sea necesario) ¿Se tiene que pedir hora? (¡¡Muy buena, Sandra!! Aquí despistando con temas secundarios)
- No, no hace falta. Puedes pasar ahora mismo
- (Mierda, ya la hemos liado. ¡¡No estaba preparada mentalmente para esto!! WAAHH socorro, no puedo hacerlo, ¡¡que alguien me saque de aquí!!) Ah… vale. Pues… (tranquila, no hiperventiles; es importante) venía a depilarme las ingles (¿Era necesario que le enseñaras donde tienes las inglés? ¿¿¿Era realmente necesaria esa indicación??? ¿Crees que ella no tiene?)
- Todo, ¿no?
- (Todo, todo... a ver si me vas a dejar como cuando tenía 3 años y te demando... que estoy yo muy puesta en el tema de leyes desde que veo Ally Mcbeal) Sí, sí, todo (Dios, sólo me falta decirle luego que es para el rodaje de una película erótica)
- Vale, espérate aquí un momentito y ahora te llamamos
En ese momento, y es feo, pero me vinieron pensamientos neuróticos: ¿y si estoy sucia? No, que te has lavado antes de venir. Sí, pero has andado cinco calles, se puede haber ensuciado, la muy traidora (me doy cuenta que a veces soy Gollum y tengo un trastorno bipolar). Total, que me voy al lavabo a corroborar información. Porque me sabría muy mal que la pobre mujer, a parte de depilarme eso feo y peludo a las 4 de la tarde, justo después de comer, encima estuviese sucio. Que no, que no.
El momento crítico fue cuando me aparece la típica rubia de centros de estética con sus piercings y sus pantalones ajustados y me comunica que ya puedo entrar.
- Vale, ya puedes pasar y te quitas la ropa.
Me dice esto y se va. Vamos a ver que me aclare… para qué tanta formalidad, por qué demonios me dejas aquí en mi intimidad para quitarme la ropa… ¡¡si me vas a ver el Chichi (repito palabra porque es mi favorita) dentro de dos minutos!! Era un tema que tampoco iba a ponerme a discutir. Así que con la músiquita de fondo me quité los pantalones y me quedé ahí de pie, esperando como una idiota. Y aquí pasa algo que me tortura de mi persona: de tantas pelis que he visto, siempre que me desnudo en un sitio público (como si lo hiciera cada día) me imagino que hay cámaras. Pero bueno, ése es otro tema.
Al cabo de una hora (que dices: no sé tú pero yo tanto rato para quitarme un pantalón no necesito), la chica aparece.
- ¿me tengo que quitar el tanga? (Si se tiene en cuenta que me va a depilar la concha, la pregunta puede parecer estúpida; pero mi gran cultura se asomó de nuevo y recordé que no es necesario que te quites las braguitas porque ya se montan ellas las peripecias varias para depilarte)
- No, no hace falta.
Entonces hace algo que me descoloca totalmente: coge un pañuelo de papel y me ata el tanga a modo tirachinas, o yo qué sé qué era aquello. En ese momento estuve tentada de pedirle el carné del gremio de los depiladores, pero opté por mirar al techo en busca de alguna cámara que explicara lo que estaba pasando.
Qué gran momento. Yo con las piernas puestas como una rana, la típica escena de película en la que las drogan para luego matarlas (se ha de ser psicótico, pudiendo experimentar con ratas), y la otra en la gran odisea. Qué penita me daba la pobre. Encima me tocaba. Paremos en este punto: a mi me da igual que me toque, como si me pone el dedo en el brazo. ¿Pero no le da repelús a ella tocar mi Cosita sin guantes ni nada? Además, con lo activa que es mi Flor, andar apartando telarañas no debe ser muy agradable…
Cuando acaba, la situación es tensa. Porque a mi me dan ganas de agradecer, que se ha de ser imbécil, después de lo que pagas. En fin, es lo que tiene levantarse lúcido y tener ganas de que te depilen las Partes (que no se por qué digo partes, si de partes sólo tengo una).
P.D: Quiero que quede muy claro que mi estado habitual no es una Flor Peluda; sólo quería probar la experiencia ridícula de que alguien me depilara (ahora que lo leo, parezco una enferma). Esto lo remarco por si tengo que hacer una película porno algún día, que conste en mi currículum.