martes, 25 de diciembre de 2007

A relationship, I think, is like a shark. You know? It has to constantly move forward or it dies. And I think what we got on our hands is a dead shark

¿Abrimos los regalos ahora? Va Toni (que es como se hace llamar mi padre) (tony fender cuando chatea), los abrimos después del café, ¿no?

Frase repetida 200 veces por mi madre. Que a mi hermano y a mi nos daba un poco igual, pero ella estaba histérica y finalmente se hizo lo que quiso, rompiendo toda tradición navideña por las ansias de abrir los regalos el día antes (nosotros somos los típicos que un mes antes del cumpleaños ya tenemos los regalos. Incluso creo que mi madre ya ha comprado los regalos para mi 21 cumpleaños; y eso que es en noviembre).


Tengo que confesar que una vez se montó todo el jaleo de fingir que tienen panza (bueno, mi madre lo que es fingir no finge mucho) y reparten regalos, emociona. Me haría más gracia si mi perra hiciera de reno y si pusieran un mural hecho con plastidecors donde se hubiera dibujado una chimenea con fuego y calcetines de navidad, pero no me quejaré de mi árbol del chino con adornos del chino.


Soy muy chulita yo. Me aguanté todo el rato, como una campeona. Pero fue abrir el primer regalo, y empecé a chillar como una loca. No lo escondo, eh, da igual. Lo confieso aquí públicamente: ayer chillé como el niño de la nintendo sicstifor con cada regalo que abría. http://es.youtube.com/watch?v=VAbNa4MlIhg


UALAAAAAAAAAAAA, unas zapatillas rosas, ¡¡unas zapatillas rosas!!” (y me paso los zapatos por toda la cara). “UOOOOOOOOO isjdkjsad (algo ininteligible, que venía siendo un “¡¡todo un surtido de cremas para la cara!!”)(además, tengo la ligera sospecha que mi madre ha atracado a una perfumería, porque me ha hecho una cesta con más de 6 cremas para la roña facial)”, “y unos pececitos manopla para quitarme la piel muerta del cuerpoooo”, “y un brillo que huele a polvorón!! MARC MARC MIRAAA, QUE HUELE A POLVORÓN (y el otro autista con sus regalos, porque le habían traido la wii)". "PERO QUÉ VEOOO, ¡un cuadro de Nueva Yooooooooork, oooooh dsajkdjshd!”, “jajajaaj un tanga con lacito, mira qué cuqui (cuando uno orgasmea, le salen palabras ridículas que jamás diría. Cuqui sería un ejemplo de ello). “QUÉ PELUCHITO TAN MONOOO, miraaa, con una bufanda como la mía. ¡¡Y ROSA!!, que me combina con las zapatillas... AIII, que le voy a llamar BUFANDIKI. ¿Le llamo bufandiki? (aquí me di cuenta de que estaba hablando sola. Aunque me podía escuchar todo el vecindario, por mis decibelios de más), “UNA BUFANDAAAA (y me la pongo, pero es importante saber que ya llevaba una. Casi muero ahogada)”, “por fin podré quitarme los calloooooooooooooos, un surtido anticallosssss (así puesto me da hasta vergüenza haberme emocionado con un ‘surtido anticallos’)”, “¡¡un reloj!! QUE YA LO HABÍA VISTOOOO, OH MY GOOOOD (como el niño de antes), QUE YO LO QUERÍAAAA”, “y un ambientador de vainilla... y y y y este anillo tan bonitoooooo, ¡¡que no tenía anillos bonitos!! (y mi madre me mira con cara de “gracias, por la cuenta que me trae”), “¡¡pintauñas para hacerme la manicura francesaaa!! (y mi madre soltó un “sí, ¡¡son del chino!!" Y yo la miré con cara de: “joder... hay cosas que no deben decirse, podrías haber mentido...”)".


Entre tanto regalo, sucedió algo que no estaba previsto. Algo demasiado patético. Algo que un ente normal NO haría. Pero que yo hice: me lancé al suelo del comedor y empecé a hacer croquetas por todos los metros cuadrados que no tenían un mueble encima. Casi tiro el árbol chino con los adornos chinos. Casi atropello a mi perra. Y mis padres casi se mueren de la vergüenza ajena.


“Mama, ¡¡cómo se lo han currado (currado es una palabra fea y cutre; pero suelo decirla y más en situaciones de emociones fuertes)!!” Entonces fue cuando mi padre, el tony fender, lo vio claro: era su momento para reivindicar por su regalo y no dejó escapar su oportunidad. Así que, con el rencor por delante, soltó un inocente: “sí, como mis zapatillas. Quién no iba a querer unas zapatillas”. “Oye toniii (mi madre usa un tono específico para decir esto, pero siempre el mismo), que tú no me has regalado nada”. “Bueno, es verdad. Por lo menos no son made in china”.


Y después de eso empezamos a jugar como locos con la wii (soy mala de la ostia jugando al golf, al tenis, al béisbol, a los bolos... pero qué buena soy boxeando, por dios). Y debo decir otra cosa: que alguien me quite esa máquina, o algo malo pasará (por poner un ejemplo, que me cargue la tele del comedor en momento de furia boxeadora).

FOTO DE LA OSTIA de mi hermano y mi padre en la butaca de casa de mis abuelos, el día de navidad de hace un año. La emoción nos puede en la familia. Se quedaron media hora así porque nadie les podía ayudar de la risa que nos entró.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Anarchy in the cellophane!

La gente es increíble. De verdad que sí. A veces crees que ya no te pueden sorprender; pero no es verdad: lo hacen, lo hacemos. Lo damos todo por la imbecilidad.




MOMENTO TENGO COMPLEJO DE NIÑA QUE CANTA NÚMEROS:
- ¿Me podría decir su dni?
- Sí: 39 MILLONE(eeeeeeee)S SIETE OCHO NU(uuuuu)E(eeeee)V(eeee)E (es una persona que no se anda con florituras, sin duda. Ella a lo fácil siempre).

MOMENTO AMO A GREENPEACE:
- ¿Tenéis un ordenador que sea ecológico con el medio ambiente?
(Igual es que quería una caja reciclada o un teclado hecho en base a recipientes usados... pero no la supimos entender en ese momento. Discúlpenos).

MOMENTO YA NO SÉ QUÉ INVENTAR:
- ¿Tenéis un conejo que habla y te dice “tienes un correo, correo, correo”, el tiempo que hace...?
- ¿Y una cafetera que se conecta usb? (¿podemos ser más vagos ya? Es el perrerismo máximo con tal de no ir a la cocina. ¿Qué será lo próximo? ¿Un urinario usb?)

MOMENTO CADA DÍA SE DESCUBRE ALGO NUEVO:
- Tios, sé hacer música con la boca
- Ualaaa, a ver...
- Mira, puedo hacer los bombos (se tapa la boca y hace un ruido raro)
- Y también los bajos (se tapa media boca)
- Y luego lo combino todo y hago la melodía que tú quieras
- A VERRR
- Vale...: kljsjsjdjsfkjdfkjdf
- UALA UALA TIO, PON OTRA!!! (Sí, ahora le da al play eh... un segundín)

MOMENTO TE HE PILLADO JUGANDO A UN JUEGO DE NIÑAS
- Mirar tíos, este juego lo tiene mi prima pequeña... (y se ve a un tiarron de 20 años jugando a hacer pastelitos)
- Síiii, claaaaaro, ahora se le llama así, salto yo.
- (al cabo de media hora) oye, tanto que decías de la prima y te sabes todos los trucos eeeeh (y el chico se vuelve como loco y empieza a reírse sonoramente. Le acaban de pillar con las manos en el pastel).

MOMENTO JUEGO CON SENSIBILIDADES INFANTILES
- (Niño modificando el nombre de “Papelera de reciclaje”. Le ha puesto todos los números del teclado, y más. Cuando me ve, empieza a borrar. Me acerco)
- ¿Qué haces?
- No... esto, esto ya estaba así eh... (risa nerviosa)
- Tú no sabes lo que acabas de hacer, ¿verdad? (miro a la madre y le guiño el ojo. La señora estaba disfrutando como una loca viendo a su hijo sufrir. Qué cabrones somos a veces)
- No...
- Pues voy a tener que llamar al jefe de sección...
- (cara de miedo)
- tssss, tsssss (llamo a un compañero). Oye, ¿tú has visto lo que ha hecho? Porque acaba de cargarse un fichero.

(Cuando vi que iba a llorar ya paré, tranquilos. Aunque creo que le gustó, porque luego no se iba de mi sección)

MOMENTO NO SÉ DÓNDE ESTÁ NADA
- ¿Sabes dónde están los cables para enchufar del pc a la televisión?
- En fotografía... pero pregúntele a un compañero para asegurarse
- (Al cabo de un rato) ¿y sabes dónde están las impresoras con scaner?
- Emmmm... pues tampoco... jeje, lo siento.
- (Al cabo de otro otro rato) ¿y sabes dónde...?
- (pongo cara rara)
- ...emmm, vale, que no, que tampoco lo sabes, ¿no?



MOMENTO DECLARACIÓN DE AMOR
Chica chola con sus pantacas ajustados, sus aracos de oro, sus jerseis corta circulación sanguínea (no les riega) empieza a toquetear un sony vaio de 2000 eurazos. La miro de lejos, pensando que tal acción no podía esconder nada bueno. Cuando acaba de mecanografiar lo que parecía una biblia, me acerco para descubrir qué carajos había hecho aquel ser.
Pero es que lo que vi superó mis expectativas con crecer: ¡¡había creado como unas 20 carpetas declarando su amor a su crihstiahn: “te kiero pa siempreh, ta claroh”, “Tu_Y_Yo”, “t’amoh”... Lo que necesitas es amor ha hecho mucho daño a la sociedad, y El diario de patricia, también.

MOMENTO HAGO EL IMBÉCIL DELANTE DE LOS CLIENTES
Nos pasamos el día delante del MacBook haciéndonos fotos tunning y colgándolas a modo fondo de pantalla. ¿Los clientes? Que se esperen...

MOMENTO FAMILIA TELERÍN VA DE COMPRAS AL CENTRUCUMERSIÁ
Padre gordo gitanaco, con 40 mil hijos en cochecitos arrastrados por sus mujeres con pinzas del chino en la cabeza. Me preguntan por televisores. “Yo soy de informática. De todas formas, lo que quiere saber es que esta tele es de 15 pulgadas”. Una vez tiene la información, se van. Y se ve a toda una gran prole moviéndose en masa y hablando a chillidos. Había incluso un niño gordo con tetas.

sábado, 22 de diciembre de 2007

¿Puedo ayudarle?

¿Hay algo peor que levantarte a las 9 de la mañana, después de haber llegado de fiesta a las 7, para ir a trabajar? SÍ: Levantarse a las 9 de la mañana, ir a trabajar y que, desde el santo trayecto de casa al coche, del coche al Media Markt y del Media Markt al Media Markt (me dan comisiones si digo el nombre del establecimiento muchas veces) ESTÉ SONANDO INCESABLEMENTE DE FONDO UN MURMULLO DE NIÑO REPELENTE QUE CANTA (pero eso no es cantar, y todo el mundo lo sabe) UNOS PUTOS NÚMEROS QUE, DE CALLE, SABES QUE NO TE VAN A TOCAR (básicamente porque no compro; pero mi madre es una fan de esto, y todo el Media Markt se ve que también). No hay una forma peor de dar por culo, ahí con la tele de plasma 400 mil pulgadas y doblesuroun (mi abuela diría algo peor) envolviéndome toda la corteza cerebral y parte del ano (lo importante era dar por culo), recitándome los numeritos hora tras hora. Y por supuesto estaba el típico cliente que, cuando habían decidido silenciar la tele, aparecía de forma espontánea (y creyéndose muy gracioso, claro) cantando con voz de pito "ksjdkasjdsj milloneeeeeees de eeeeeeeeurroooooos". He descubierto que sería capaz de matar a alguien dándole de hostias con un portátil. No lo he hecho: 1) por respeto a mi camiseta de Media Markt y mi chapa molonga de imán super glue (hay rumores que dicen que si te pones parte del chapa en la frente y la otra parte en el cogote, también enganchan y, además, los imanes te hacen hasta un TAC cerebral. Pa’qué ir al médico teniendo chapas), y, la básica, 2) porque los portátiles están enganchados con algo más fuerte que el imán (sí, más) y que necesita llave.



Pero qué bien me lo paso. Lo fuerte es que me creo entendedora de la materia y todo. Como si al llegar a casa tuviera una serie de pc conectados en red, pirateara psp, mandara virus a los profes que me tienen manía ("me tiene manía" es algo que nunca falla), me presento a la sociedad cual crack de la ingeniería informática. Y no, señores. Que no os engañe mi apariencia, porque soy una puta falsa. Y cuidado porque no he dicho falsa, sino puta falsa, que es incluso peor.





Si no sé algo, todo lo arreglo con mis "mire, usted vaya para allá (sitio indefinido, pero lejos de mi puesto. Es importante mover la mano muy rápido para que no lo acaben de entender y sientan la vergüenza suficiente como para no preguntarte de nuevo), que seguro que alguno de mis compañeros podrán ayudarle (sonrisas mil)". He pensado en alternar frases con la misma idea de fondo, más que nada para dar vida a mi discurso interno y creer que me paso el día diciendo algo más que excusas y pasando el muerto a otro. Si tenéis alguna idea, hacérmelo saber. La idea ganadora recibirá un power point sobre las enormes prestaciones que tiene Sony Vaio, "la bomba de los portátiles, que encima tiene blue-ray, salida HDMI, puedes meter todos los juegos que te dé la gana y es lo máximo en alta definición (¡¡ver películas en tu sony vaio es como estar en el cine!! Porque ahora no tengo una imagen que reproducir... pero, si se ha fijado en los televisores de la entrada (que yo no, pero siempre queda de enterado), se vería tal cual)". Todo esto es importante decirlo muy rápido y poniendo cara de que sabes lo que estás diciendo.


Porque, en realidad, da igual lo que digas. ¡¡La gente sabe menos que tú!! A continuación, os presento unos fragmentos que agradecería intentarais visualizar mentalmente, sin reiros:



MOMENTO LAPSUS LINGUAE:
- "Mira, ¡¡los sony GUAIO!!" (Mujer... que ya sé que son guays, pero de ahí a que les cambies el nombre...)


MOMENTO NO SÉ POR QUÉ HAGO TAL COSA:
- Hola, ¿podría informarle sobre una promoción de portátiles?, le dice un compañero mío a un hombre QUE TENÍA UN PORTÁTIL EN LAS MANOS Y LO ESTABA TOCANDO
- ¿Para qué quiero yo un portátil?
(No sé... igual sus manazas manipulando tal objeto me han dado una leve idea de que estaba interesado en él)


MOMENTO NO ENTIENDO DE PENDRIVES:
- ¿Tienes un pendrive de... entre 500 Y 1000 GB? (Teniendo en cuenta que el máximo suele 12...)



MOMENTO DE SI ESO MÁS ADELANTE:
- Hola, ¿podría informarle sobre una promoción de portátiles?, le dice el mismo compañero de antes a un hombre que estaba mirando un portátil.
- No, es que yo estoy mirando para comprarme uno el año que viene
- Ah, ¿quiere decir para el 2008?
- No, no. Para las navidades que viene (no era broma)


MOMENTO YO NUNCA HE HECHO UN SUDOKU DEL 20MINUTS/METRO:
- Oye, ¿tenéis SOLOCOS?



MOMENTO DE MI PERSONA TIMANDO SIN REMORDIMIENTOS
- Com ens ha convençut eh!! Aquesta noia que estudia psicologia en sap eeeh, que ens hem comprat el que ens ha dit...
- (minutos después) ¿¿les has vendido un sony vaio?? ¡¡Eres como una diosa pero sin el como!! Díselo al jefe que te hará un pedestal. Tio, tio, ¡¡que le ha vendido un sony vaio!!



MOMENTO ME ESTOY QUEDANDO CONTIGO
- ¿Sabes dónde están los mp3?
- Sí, ¿ves este portátil?... pues éste no, el último... Pues al fondo.


- ¿Sabes dónde están los discos extraibles?
- ¿Ves este cerdo (cartel colgado del techo)? Pues éste no; el otro. Pues tampoco. El siguiente.


- ¿Sabes dónde están los usb?
- Al fondo, al centro.

martes, 18 de diciembre de 2007

Ejemplo de programa que se aplica en aulas de secundaria



"Qué bonita es". Pero bonita, ¿para quién?

Hace mucho tiempo, los griegos cogieron a Venus y, en base a su cuerpo, detallaron que si una mujer medía 7 veces su cabeza, era bella. Y que nadie dijera lo contrario.

Años más tarde, concretamente los años 50, Marilyn Monroe, una mujer de 1.65 centímetros, se convirtió en el icono de moda y se decidió, en relación a esta idea, coger sus medidas corporales como medida de la belleza. Y aquí tenemos al 90 60 90 tan premiado.

Hoy en día, hojeamos la revista Vogue y vemos tallas (hablamos de la 34-36) que hace 10 años estaban catalogadas como tallas infantiles. ¿Ha cambiado genéticamente nuestro cuerpo en este período de tiempo? ¿Nos ha ayudado la industria de la moda a cambiar evolutivamente? ¿Es ayudar el verbo que necesita la pregunta anterior?

Esas revistas inundan la sociedad. Pero no sólo las revistas, sino todos los medios. Han adquirido tanto valor que ya lo tenemos interiorizado, lo hemos tomado como bueno y hasta nos hemos creído que la belleza es objetiva y estática. Pero eso no es verdad. Y cada período requiere lo que la industria demanda.

¿Querían esas niñas chinas pasarse el día sentadas por tener los pies deformados? Eran las primeras en casarse, las más deseadas, las más bellas. Lo vemos y nos da la risa, incluso si buscarais la foto de uno de esos pies os daría asco y pensaríais que es una aberración.
De la misma forma que haríais con las mujeres jirafa. Por suerte, hoy en día sólo son un reclamo turístico pero hace años estas féminas llegaban a tener cuellos de hasta 25 centímetros. Y quítale tú esos aros: morían desnucadas. Hasta ese punto llega la belleza.
Cambias de cultura y te vas a Mauritania: 20 litros de leche engullían cada día las mujeres mientras recibían masajes para hacer crecer sus tejidos corporales. A más celulitis, más belleza. Justo lo contrario de lo que pasa en nuestro entorno habitual.

Lo ves de lejos y te parece una tontería. Tú no te pondrías esos aros en el cuello, ni beberías litros de leche, ni dejarías que rompieran tus huesos de los pies. Sin embargo piensas que las modelos de la fotografía son bellas. ¿Por qué somos capaces de negar lo anterior y de seguir nuestra cultura?

Porque así te lo han expuesto, y porque así te lo has creído.

La publicidad nos ha creado una necesidad; nos dicen que estar delgado y ser bello va asociado a la felicidad. La segunda fase ha sido hacernos ver que conseguir ese ideal es posible, “que si tienes celulitis es porque quieres”. Y, así, llegan a la última fase en la que uno llega a creer que es posible modificar el propio cuerpo.

Pero eso nos pasa por no saber discriminar lo que es opinión y publicidad, con lo que es conocimiento. Porque nadie nos ha dicho que se han hecho investigaciones en las que adolescentes que se exponían a dietas, a los 5-6 años conseguían más peso que las que no lo hacían. Como tampoco nos han explicado que el cuerpo no puede modificarse como queramos; que si se hace dieta y no se pierde peso no es por culpa de un mal seguimiento, por culpa de uno mismo; sino porque hay mecanismos del propio cuerpo que así lo regulan.

Pasa que nos comparamos socialmente, un proceso psicológico normal y habitual, con imágenes que no existen (y aquí viene el error). Con modelos que han sido creadas con esfuerzo gracias a técnicas como la fragmentación, el maquillaje profesional o los retoques por ordenador. ¿Quién imaginaría que detrás de ese anuncio se iba a encontrar con una modelo de rostro, otra modelo de manos y otra más de piernas? ¿No ve sólo una?

Y lógicamente esto parece paja mental que queda bonita expuesta y muy bien argumentada. Que si la sociedad no cambia su ideal de belleza, da igual lo que yo esté diciendo aquí. Y me parece lógico. Sólo vengo a decir que debemos cuestionarlo todo. No sólo en términos de belleza, sino en los ideales que nos transmiten todos los medios.

Porque no nos damos cuenta, pero nos movemos continuamente por las necesidades que nos crean los jefes grandes que pretenden cubrir sus paredes de billetes. Y a veces no sabes si realmente piensas lo que piensas por motu propio, o porque alguien te lo ha metido en la cabeza.


http://www.youtube.com/watch?v=iYhCn0jf46U

lunes, 17 de diciembre de 2007

Lanzo un llamamiento a todas las cabezas pensantes

Esto es un padre, que por casualidades de la vida es el mío, a quien la empresa de trabajo le ha pagado un viaje a Amsterdam. Y, como todo regalo ofertado, le pagan, también, todos los gastos a un acompañante. Es que la navidad lo da todo. PERO, lo que podría parecer algo tierno y encantador ES UNA PUTADA. PORQUE AHORA MI HERMANO Y YO ESTAMOS EN UNA LUCHA CONSTANTE POR OCUPAR ESE PUESTO.


Yo creo (y que nadie me lleve la contraria, por dios) que tiene más sentido que vaya yo. ¿Habrase visto algo más bonito que drogarse con un padre? Sí, ver a un padre borracho; pero eso es algo que ya cumplí este sábado. Así que ahora sólo me queda compartir un momento yonkie en esa ciudad tan hermosa como es la premiada (¿Alguien ha ido a Amsterdam por sus paisajes? Es leyenda urbana, ¿verdad? Sí, lo suponía). Y mi hermano, con 12 años que tiene, no está preparado para ver tal cosa todavía (y yo tampoco, pero haré un esfuerzo).


Y os preguntaréis: ¿y cuál es tu llámame que no tengo saldo y voy con estos pelos? Pues no es otro que, queridos amantes de ideas malsonantes, penséis en algún plan mcguiver/patada powerrangística voladora/pedo kamicaze/invento doloroso/idea peliaguda que me ayude como evidencia a la idea de: yo debo ser la acompañante ideal. PORQUE SE VE QUE EN MI CASA ESTO, LO QUE ES VER, SÓLO LO VEO YO.







P.D: Ideas como meter al hermano en el armario, encerrarlo en el microondas, taparlo con una manta y fingir que se ha ido de colonias, esconderlo en el sótano y decirles a tus padres que se ha ido a casa de un amigo podrían ser ejemplos perfectos de ideas que quiero que me propongáis. Gracias, amigos.



P.D.2: Es que además es eso..."boys can't accesorize". Yo sin embargo sí, y mi padre me luciría más delante de sus compañeros de trabajo. Si es que mirad que buena que soy, siempre pensando en los demás...




viernes, 14 de diciembre de 2007

Will you marry me when you are seventy? You'd have nothing to lose.

Salía felizmente de mi adorable establecimiento con una crema de 7 euros para quitar roña de la cara (pensemos en las cremas: qué malestar; qué asquerosidad. De la talla a ser papel de vater. Si fuera un objeto no sería, sin duda, ninguno de estos). Pasé delante de una parada cuando una menuda señora de abrigo granate me cogía el brazo pidiéndome que le mirara a qué hora salía su bus número 5. Miré la pantalla y le dije que no proyectaba ningún horario. Míralo en el poster, me dijo. Y eso hice. Acerqué mi nariz hacia esos numeritos (porque mi lastimada vista no me permite adoptar el rol de águila). Fue entonces cuando la pequeña mujercita volvió a coger mi brazo, pasó sus manos por mi cuello y escondió su cabeza en mi hombro. Pensé que aquello fue, probablemente, lo más dulce que me hayan hecho nunca. De forma inesperada, empezó a besarme el pelo y las mejillas. Y algo que parecería absurdamente estúpido y perverso se convirtió en algo tierno y azucarado. Me abrazó con una fuerza sutil, me agradecía la bondad que estaba teniendo con ella y me deseaba felices fiestas. Le dije la hora; ella se sentó y entonces me aparté. Le dije que se esperara 4 minutos que en seguida iba a aparecer su máquina de transporte. Pero no me dejó acabar. Se volvió a lanzar intrépidamente a mi cuello. Y me besó hasta que se le acabaron los besos para mí. Me alejé mirando la parada, como recordando cada escena, para siempre. Haciendo una fotografía con mi mirada.


Fui al gimnasio y, al volver, me quedé en el coche. Miraba las luces de navidad y pensaba cómo ha cambiado mi vida en poco tiempo, y cómo cambiará. Entonces, sin saber por qué, me eché a llorar. Pero no estaba triste; aunque noté cómo ardían mis lágrimas en las mejillas y se fundían en mis manos como sulfuro.


Esta mañana he ido a la cocina y he abrazado a mi madre. Y a alguien más (tengo épocas de empalagosa empalagosidad). Me he tomado mis dos dosis de cafeína y he salido corriendo hacia el coche.


Y aquí me quiero detener. Porque he hecho algo que ha pasado de castaño oscuro (castaño oscuro es una expresión que nunca he acabado de entender, pero bueno). Me he pasado todo el trayecto (cuidado que es fuerte lo que voy a contar) SIMULANDO EN VOZ ALTA LO QUE SERÍA UN DUELO DE SUPERMODELO. Es que me ha afectado mucho. Qué daño me ha hecho ese programa. “¿Sandra, podrías decirnos qué tiene tu cuerpo mejor que tu contrincante?”. “Sí, por zupuejto (porque además le ponía acento andaluz). Ejke mis piernna zon má artas. Yo ezke cogí mi metro, er de que te zirve pa viaja no. Er de que te mide, ¿zabe lo que te digo? Bueno, pué me cogí eze y me medía uno oshenta y osho. Pero que luego rezurta que aquí mido uno sintuantaiosho, pero que é argo totarmente irreá, porque en mi caza no zalía tan malamente” (…). Y así me he tirado toda la carabana. Que me pregunto yo qué habrán pensando los conductores que me habrán visto esta mañana. Perdón por los traumas causados. El señor de la foto (que más que Gollum yo le pondría la foto de un insecto palo con unas gafas de pasta apañadas con el photoshop) estaría contento.


En prácticas de dinámicas de grupos hemos hecho una actividad en la que tenía que adoptar un rol de líder autoritario mientras mi grupo construía una estructura con pajitas y alfileres. Ha llegado un momento en el que he creído pensar que la gente me iba a pinchar un alfiler en la boca, o meterme la estructura por el recto. “Pues hazlo tú”. “Es que no haces nada”. La gente se rebotaba, me miraban con odio; y yo me giraba cada dos por tres, tapándome el aire entre los dientes. “Pon esto aquí”. “¿Quién ha hecho esto? Porque es muy feo. Cámbialo”. Lo fuerte es que la gente lo hacía con la mirada cabizbaja y como pensando “¿esta tía tendrá la regla? ¿es idiota y nos hemos dado cuenta ahora? ¿algún trauma de la infancia? ¿por qué no pone ni una pajita, es que es manca? ¿serán sus manos de plástico? ¿alguien puede comprobarlo disimuladamente?”. Cuando me han avaluado como líder, me han dado la puntuación más baja. Y yo no podía dejar de reír (sólo espero que no me peguen por los pasillos)(y si tuviéramos taquillas molongas como los americanos, que no me dejaran ahí encerrada a mala leche).

sábado, 3 de noviembre de 2007

"Déjame que te cuente"

El otro día lloré por recordar. No sólo decides parar el tiempo sino que te aventuras a girar las manecillas del reloj en dirección opuesta. Y vas al pasado. Más de una docena de años. Y no sabes si reir o llorar.

Me veía a mi sin preocupaciones. Adoraba coger una taza de manzanilla, que me quemaba los labios, mientras leía algún librito de lectura, aquellos que nos mandaba el maestro. Las historias eran más que surrealistas, y me encantaban. Volaba a un mundo que sabía que no existía, pero no me lo planteaba. Ahora no haría más que quejarme, o tildaría al autor de consumidor de estupefacientes. No sabemos soñar. Los adultos no saben ver más de una realidad; la suya.

También me veía la mañana del sábado, cargando una enorme bolsa de patines. Me quejaba por levantarme tan pronto, pero una vez estaba en la calle, era feliz. De forma extraña, recuerdo cómo el sol quemaba mi piel. Me veo corriendo y el aire de las nueve me rozaba el cuerpo, desperezándome. Me tapaba con la capucha, y mi profesora se reía conmigo. Pensaba en su cara, y en cuanto la adoraba.

Apretaba los ojos y decidía no pensar, para ver qué aparecía por mi mente. Y en escena salía yo con lágrimas en los ojos. Porque quería superarme. La entrenadora me había chillado y no soportaba no estar a la altura. Practicaba y practicaba, y esa era mi única preocupación. Nada más. Ahora tal vez ni me habría planteado superarme de esa forma, porque seguramente estaría muy ocupada intentando lidiar con un informe o con charlar con alguien vía internet. No tengo tiempo para esas cosas, me engañaría.

Los adultos no saben organizarse. Me acordé de una conversación que tuve este verano en una pausa de trabajo. No sabían más que hablar de sueldos y de chismorreos, así que me atreví a preguntar si les gustaba leer, y se rieron de mi persona naive. ¡¡Ellos no tenía tiempo para leer!!. "Cuando tengas que poner lavadoras, trabajar, ir a buscar a los niños al colegio, ya verás cómo esas cosas no las puedes hacer". No dije nada, pero me reí para dentro. Porque sabía que se estaban mintiendo. No es que no tengamos tiempo, sino que no queremos buscarle tiempo. Tal vez yo estoy muy ocupada haciendo trabajos de la uni, asistiendo a clases, sentándome en las sillas de la academia de inglés, dando clases de patinaje, procurando tener relaciones sociales. Pero sí tengo tiempo para leer. No leo porque no quiero. Porque he pasado a darle más relevancia a otras actividades y el tiempo que me queda libre prefiero malgastarlo delante de la televisión o el ordenador. Sin embargo, sienta mejor decirse a uno mismo que no tiene tiempo, ¿verdad?

Antes eso no pasaba. Porque podías hacer todo aquello que te gustaba. ¿Por qué antes sí y ahora no? Porque realmente lo querías. Y no estabas pendiente del reloj. Ni de qué tendrías que hacer luego. Simplemente disfrutabas del carpe diem. Y lo metías dentro de esa taza ardiente de manzanilla. Y entonces bebías todas las letras del libro, en una sola tarde. Qué feliz eras, piensas ahora con nostalgia.

Y boba. Porque, ¿quién te impide no volver a ese tiempo? La tribu que Memorias de África relataba, no conocía el futuro. Contaba que si los encerrabas en prisión, morían: no entendían que en un mañana podían quedar en libertad. Al verse encarcelados en su ahora y, a la vez, en su siempre, morían. A los adultos les pasa al revés. Que sólo ven su futuro. Y se pierden en su presente. La de cosas que podríamos hacer, si de verdad quisiéramos.






¿Por qué un día decidiste dejar de ser Peter Pan? ¿Quien te dice que no puedas ser él de vez en cuando?

Y respirar la almohada de nubes

Me cojo las piernas y las apreto contra mi pecho. Pienso que el tiempo ha pasado tan rápido que mi carnet de identidad marca los 30. Pero observo las manos y todavía están suaves y tersas como las de una niña. Entonces miro por la ventana. Apreto la nariz contra el cristal y pronto se hace una marca en él. Puedo ver una madre que cuida a su recién nacido. Entonces imagino cómo sería ahogar mi cara en una almohada de nubes blancas.

Suena el teléfono, pero no voy a levantarme. Tal vez una llamada importante. Y es un susurro. Algo que haces callar. Intentas que nadie lo escuche, pero en realidad piensas que es una mentecatez. Porque no hay nadie allí. Decido salir a la calle, pero no abro la puerta para salir.

¿Te imaginas poder correr por un campo lleno de flores? Y se me escapa el aire entre los dientes. Intento guardar un poco para más tarde. Porque sabes que igual luego no te quedará. Y nadie quiere regalar de eso.

Y ahí vuelves tú. Con aquella sonrisa a nuevo. Pero no te puedo abrazar; porque no tengo aire para eso. Quizá es por el papel; o por las ansias de tener. Y no logro entender que igual tener no es poseer, sino formar parte. Poder tocarte la nariz y que tuerzas una mueca; mirarte y sentirme inocente, perder la noción del tiempo. Tener.

Chillar no serviría de nada, porque las ondas rebotarían por la habitación y explotarían en mi cuerpo agazapado. Me retorcería de dolor y te buscaría en mi cabeza. Mejor lanzar la mirada al arcén. La madre sigue cuidando a su hijo. Qué bonito sería con papel, me digo.

Déjame aquí, que la pared me arde. Yo sólo quiero mirar a la madre. Y correr por el campo. Y respirar la almohada de nubes. Y si te quedas un rato más, creo que voy a llorar.

jueves, 18 de octubre de 2007

Amor de carrocería

Hoy mi coche y yo hacemos un año.



Y como está el mundo, eh. Que ahora hasta se celebran las relaciones con los automóviles. ¿Qué será lo siguiente? Yo es que ya no quiero ni imaginar; la gente me superó en el momento en el que se guardó los vasos de la nocilla y los conservó como vajilla preciada. Pues viendo eso sólo me queda pensar que hoy me voy a ir de celebración con mi coche a un restaurante y me darán de beber en un vaso de la nocilla. Y qué mal estar se me queda en el cuerpo.

Pero es que hace ilusión. Por un momento es como si te pasara toda tu año por delante, con música de fondo y una luz al final del túnel cuando se acaban de proyectar todas las imágenes. Y ahí me veía yo en mi primer día, estampada contra dos palos y rebotando entre ellos. Fue un momento duro para los dos. La vergüenza (como la que pasó el modelo de la foto presente) de ir todo el día con un coche abollado por culpa de tener un accidente a 0 por hora y en un espacio de 2 metros cuadrados no es fácil de llevar. Tú te pones la radio para no escuchar las risas de la gente; pero eres consciente de la situación en todo momento. Igual los dedos apuntándote, las lágrimas en los ojos y las bocas desencajadas te dan alguna pista.



Y es que le he cogido aprecio. Cuando entro en él (en realidad es hembra y se llama Pokeball; básicamente porque es igual. Tú te miras un ford ka y el cromo de la pokeball de tu hermano pequeño y es que no hay diferencia) me siento como cuando te tapas con la sábana en momentos de pánico; la misma situación que cuando alguien grita "¿hay alguien ahí?" y estás esperando que el asesino te conteste. Carne de monólogo. Mi caso es que cuando me siento en el coche me creo que nadie me ve ni me oye. Y es un problema. Porque algún día saldré en algún programa de la tele y me pillarán escuchando las Spice, o incluso algo peor. ¡¡Y con coreografía!! Raro es que no haya tenido ningún accidente (según la DGT, chocar aparcando no es ningún accidente).

Supongo que este día emociona porque puedes quitarte la L y conducir a 120. Pero eso es lo que se supone. Todos sabemos que a los 4 meses estás hasta el claxon del letrero de novato y buenamente te lo quitas. Pero te lo quitas con estrategia, porque sabes que si te encuentras un control tendrás la excusa preparada de: "oala que mala suerte se me ha caido" (dicho actuando, y con prácticas previas ensayadas delante del espejo). Y es creible, porque como puedes esperar que algo que pesa más que una loncha de queso va a aguantar durante un año si está sujetada con dos babosas...¡¡ pegadas con SALIVA TUYA !!

Mira que es majo mi coche, por eso. Yo ni lo lavo, ni le miro la presión de las ruedas, ni le pongo aceite ni nada de nada, y él aguantando el tipo. Se nota que es carne de Pokeball. Venga a tirarle mierda, venga a tirarle mierda, y él "se hace con toda". Eso sí, el día que me deje tirada en la carretera, me tenga que poner el chalequillo pintado con subrayador y colocar el triángulo a una distancia a ojillo nuestra relación va a cambiar. Y él lo sabe. Y muy bien que lo sabe.







Felicidades (¿?).

miércoles, 10 de octubre de 2007

Pasada por agua

Uno, dos. Step touch. Lunge. Grape vine. Mambo. WWAHHHH.

Esto último no era un paso de aerobic step sino que era la monitora chillando como una posesa debido al apagón de música, luces y rectos (que viene de culo, por el susto más que nada). Al cabo de dos nano segundos todo vuelve a la normalidad, nos da tiempo a terminar la clase e ir dirección recepción.
Para mi sorpresa, al bajar las escaleras me encuentro una conglomeración de gente (tipo punto de quedada Zurich de Plaza Cataluña, que todo el mundo se emperra en quedar ahí y luego no hay quien se encuentre). Que uno ya se supone que si ha habido un apagón es porque no llueve al estilo "cuatro gotas" sino más bien a ducha portátil, pero no dejas de sorprenderte.

No sé muy bien por qué, mi mente ha procesado no muy efectivamente y se ha tomado la lluvia como un reto: "voy a conducir. Sí, sí, voy a conducir (importante repetirlo varias veces para acabar de concienciarme)". No negaré que tenía un muñeco con alas y túnica griega que me decía "eso sólo se consigue en algunas atracciones de Port Aventura; no lo hagas". Pero no he escuchado. He atravesado el tumulto de gente cual estrella de rock triunfante y me he situado debajo del agua con ritmo de Beyonce en Crazy in Love (sólo me faltaba menear las caderas, rotar el cuerpo, subir la cintura casi al nivel de las orejas y sonreir al público).
Lógicamente cuando nadie me ha visto he empezado a correr como una loca, chillando "I'm running in the rain" (una versión muy plagiada, pero personalizada), metiendo los pies en todos los charcos que había y descojonándome por la situación vivida. Alternativamente a los chillidos iba pensando "qué bien, ya no hará falta que me duche en casa. Lástima que no me haya traido el champú".

Al llegar al coche, me animo todavía más. Decido arrancar. Dos metros y el coche se convierte en una auténtica sauna. Que si hubiese sido Mac Guiver me habría inventado algún artilugio para absorber el vapor, pero da la casualidad de que no lo soy. Soy Mac imbécil (y si me apañas con dos lechuguitas me pueden vender en el Mcdonalds también). Total, que he tenido que parar para apretar todos los botones del coche para ver si con un poco de suerte daba con el correcto y los cristales me permitían tener más visibilidad. No voy a negar que ese ha sido un momento de rajamienta (que significa "acción de contraer los músculos, evitar la acción iniciada y excusarse para disminuir la disonancia creada") máxima en la que me habría quedado en el coche llorando escondida en el maletero. Pero he vuelto a darle al embrague y he soltado un "que sea lo que dios quiera, así luego puedo contarlo en el blog y mis nietos se podrán reir de su abuela".

Pongo la radio. Pero como en ese momento no quería tener la atención dividida, decido que es mejor ir con música de monasterio medieval o chillout, si me apuras. "Si ver como el agua adopta forma de piedra compuesta por dos átomos de hidrogeno y uno de oxigeno y estampa contra tu débil carrocería es muy relajante. Incluso debo tener cuidado, porque igual me podría quedar dormida del gusto". Y al cabo de dos minutos de ir repitiendo la frase de la música de relajación, tenso todos los músculos de la cara y chillo como una histérica. Porque ir en Tutuky splash hace gracia cuando estás en el parque de atracciones con todos tus amigos, y tienes una barra protectora delante. NO cuando vas en tu nano coche, tienes un año de conducción y eres Mac imbécil por querer ir de machota.

Por ver, no se ve una mierda. Bueno, algo sí que veía: ÁRBOLES. Y relámpagos. Y yo me decía, cual neurótica haría, "este es mi fin. Ahora, como nos dijeron en el cole, el rayo irá a la madera y tendré la mala suerte de que el tronco interceptará con mi trayectoria y moriré aplastada. Soy muy joven para morir todavía. ¡¡Que Doraemon me ayude!!". Entonces es cuando decides llamar a alguien, que es mi recurso más utilizado cuando estoy cagada de miedo. Y pienso en mi padre, porque el teléfono de Alonso justamente no lo tenía en ese momento. ¡¡Pero no hay cobertura!! Y decido cambiar la técnica de relajación.

Vuelvo con la radio. Doy al ON y justamente aparece la canción de Rhianna, UMBRELLA. Manda huevos que ahora me tengan que venir con la ironía de los paraguas, justo cuando me están haciendo tal limpieza al coche que no hará falta que lo lave en años (ya no lo hacía, pero ahora por lo menos tengo excusa).


Decido que la radio no me interesa y vuelvo con el teléfono. Es que yo no tenía suficiente con conducir y estar pendiente de la carretera sino que me complicaba la tarea usando las manos en actividades secundarias. Por fin se pone mi madre. Y me dice lo siguiente: "no, si aquí ya casi no llueve", "mama pero qué dices si estoy ya casi en casa y esto parece un tutuki splash y no veo nada y...WAHHHHH QUE NO VEO NADA". Y justo en ese momento lanzo el teléfono, mientras abro paso a un charcazo de agua cual Moisés a la vez que un relámpago ilumina mi camino. Igual soy un enviado especial y nadie se había dado cuenta.

Al aparcar el coche llovía tanto que me he mojado hasta el tanga. Corría y corría, pero no tengo ni idea de como veía porque tenía todas las gafas empañadas. Me pregunto por qué no llevarán incorporadas un kid de parabrisas para días de lluvia. Y un santo semáforo que tengo siempre del camino del coche a casa, y va Murphy y me lo pone en rojo. Pues gracias.




Ahora me encuentro mojada pero con una sonrisa triunfadora que recuperaré cuando le cuenté a mis nietos lo Mac imbécil que fui en un día como el de hoy.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Me voy a Londres el viernes (mensaje subliminal)

¿Cuántas veces habremos oído al hijo de vecino decir "no puedo olvidarlo"?


SÍ podemos olvidar a alguien. A veces nos aferramos a una idea equivocada cuando, en realidad, lo que queremos decir es "no quiero olvidar a ese alguien". Porque todavía tienes esperanzas de que vuelva, porque inconscientemente te repites hasta la saciedad que él tiene que ser para ti hasta que te lo acabas creyendo, pensando que, si consigues abandonarlo, no vas a ser feliz cien por cien. Pero más allá de todo eso, en mi opinión, está el hecho de saber que lo vas a pasar jodidamente mal. Y quieres evitarlo.


La idea de "pérdida" es algo que nuestra sociedad no suele encajar. Incluso me atreviría a catalogarla al nivel de la idea de "cambio". Y eso es porque nos gusta la estabilidad y el confort de saber que, en una temporada, no vamos a sufrir disgustos. Y volvemos al punto anterior.
A nuestra persona le envuelve una capa protectora encargada de avisarnos sobre cuando vamos a sufrir. "No lo dejes porque vas a pasarte un tiempo llorando, autista, odiando a los XY o XX, no creyendo en el amor y con una bajada de autoestima importante". ESO es lo que pasa. NO que no puedas vivir sin "él". ¿No acabó? ¿No es que no funcionó? Entonces, si sigues con la fijación es porque en el fondo te estás protegiendo de una mala época.


Pero de lo que no nos damos cuenta es que en ocasiones tenemos que pasar por etapas duras. Y que, en este caso, vivir en el autoengaño no nos hace más que ir a paso de cangrejo. ¿Qué se gana diciendo que no puedes olvidarlo? Las personas somos reemplazables. Unas se van, pero otras vuelven. Lo saludable es, entonces, conservar el pasado y ponerle un poco de blanco a la mancha negra del presente. Y entonces llegará el día en el que pronunciarás la sentencia de "lo he olvidado". Pero sabremos que no es verdad, porque todavía recuerdas su persona, los momentos que vivisteis juntos. Lo que diremos de forma oculta será "he querido olvidarlo", "he pensado que es mejor seguir y abrirle la puerta al futuro".

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Volví para mostrarte que podía volar

Acabas una relación. Pasa un tiempo. Tú afirmas haberlo olvidado. Pero seguramente ahora es el período en el que querrás mostrarle lo bien que te va sin él. Personalmente, creo que lo único que se busca es el autoengaño. Sea lo que sea, intentarás cruzarte con él de nuevo. Pero la pregunta es: ¿para qué? ¿por qué esa necesidad de hacerle ver lo que se ha perdido? ¿Es un intento por volver a verlo, es un ataque de rabia, el rencor acumulado, las ganas de ver si realmente lo has olvidado? ¿Es que el ser humano es tonto y ya está?


El autoengaño actua de forma invisible, puesto que si se hiciera evidente no tendría ningún tipo de utilidad. En la mayoría de ocasiones, tú lo quieres ver porque quieres volver con él. No valen los "quiero ser su amiga". No es verdad. Simplemente es una técnica asquerosa de aproximación en la que tú crees que vas a seducirlo de nuevo. Si algo ha acabado, si él te ha dejado, si tú lo has dejado, es porque no fue el momento. El momento ya ha pasado. Lo mejor es no engañarse y seguir hacia adelante (más aún si creemos en la teoría del amor al amor, y no en las personas).


En el caso que lo veas, pueden pasar múltiples cosas. Que lo veas y, realmente, te dé igual (eso te subirá la autoestima al ver que eres capaz de vivir sin él...por fin). Que lo veas y días después recaigas, cual período de craving. Que lo veas y te den ganas de patearlo (que es lo mismo que la situación anterior). Pero, sea lo que sea, ya no será la actitud que tenías en el pasado. Esa persona ha cambiado. Y tú también lo has hecho. ¿Pueden dos ex ser amigos? Pueden, en el caso que ya no quede amor. Pero, ¿será lo mismo que una vez fue? ¿Puedes confiar en alguien que te hizo daño una vez? ¿Por qué es malo el rencor?


Alguien te ha hecho una herida. Tu cerebro graba esa asociación y le da a esa persona la etiqueta de dañina. ¿No es eso adaptativo? ¿Por qué se le da connotaciones negativas al rencor? Búsquemoslo en el diccionario. "Sentimiento de hostilidad o gran resentimiento hacia una persona a causa de una ofensa o un daño recibidos una ofensa o un daño recibidos". ¿Por qué olvidar que alguien te hizo daño? Todos nos equivocamos. El problema es marchar sin buscar el perdón. Luego el daño es demasiado grande. Y entonces viene la pregunta de siempre, ¿se puede perdonar sin olvidar?¿Es el rencor malo? ¿Tan horrible es recordar que alguien te traicionó? ¿no es eso un mecanismo de defensa? ¿no es lo que nos hace más adaptativos?, dijo Sandra en un momento de ataque Carrie Bradshaw escribiendo desde su portátil con una taza de café caliente neoyorkino.

viernes, 18 de mayo de 2007

Pom pom pom pom pom, ¿qué película?

8/ 05/ 07. Apuntes que danzan por la calle*,

Me siento estúpida, eso lo primero de todo. Y ahora viene la explicación: el boli no combina mucho con mis complementos, y los sujetadores (ah, ¿que llevo dos?) estaban bien para la bisutería rosa inicial, no para la verde. Pero da igual; porque la gente no se fija en esas cosas. Están muy ocupados con sus mentecatas listas de qué haceres.
Si nos fijáramos en las pequeñeces, haríamos al mundo más grande; y no me cansaré de repetirlo.

Le he cogido la libreta a mi padre, que es músico. En realidad es representante; pero representante comercial. Como una amiga mía (de esas de la infancia) creyó que era un representante musical, ahora juego con eso. Así que, con el poder de la generalización, mi padre es músico.
Por eso tiene montones de libretas con pentagramas y claves de sol. Qué afición tan rara tienen los niños con dibujarlas. Recuerdo que a mí me encantaba hacerlo en la pizarra, aunque fuera alérgica a la tiza y mis dedos metamorfosearan en tomatitos al depositarlas de nuevo en la pared verde. Lo hacía de todos modos.

Voy hacia la universidad, aunque no para hacer clase. Hoy sólo tenía una hora de teoría, así que me ha parecido mejor idea quedarme en el balcón con los pechos al aire, mientras se doraban al sol y yo leía Curioso Incidente del perro a medianoche. En realidad, mis pechos seguían tan blancos como siempre sólo que, al final, para no oírme, se han teñido del color dorado de la crema del Mercadona. Siempre hay un truco oculto.

Me acaban de dar un folleto en el ferrocarril: “Habitatge i precarietat. Les lluites pels drets socials”. Y me ha hecho recordar a la política. Y a todo el rollo electoral que se ha vivido en Francia estos días. Y me da igual, la política.
No me gusta la gente que habla de ella sólo porque es lo que ha oído en la tele, o porque se lo ha dicho el vecino. En realidad, no es su opinión; lo repiten cual telegrama. Y eso es peor que lo mío.
Sin embargo, me gusta la gente que confiesa no entender una mierda, que es todo muy liado, y que nunca se lo enseñaron.
A mí me gustaría saber. Pero para eso me tendría que informar. Y es eso lo que nos da pereza. Buscar. Así que nos quedamos en el lado oscuro diciendo que, como total no cambiaremos nada, no lo intentamos. Pero no es eso; la verdad es que nos da pereza saber.
Me encantaría que alguien se sentara a mi lado ahora mismo y, en un solo trayecto, me lo contara todo. Entonces sí entendería. Pero no sé si, de todos modos, me gustaría. Ya volvemos al conformismo.

Se ha sentado un chico de unos 25 años dos asientos delante de mí; lo veo en diagonal. Cuando alguien desconocido te mira, te comportas raro. Haces como tics o ataques epilépticos, y eso siempre me ha resultado muy gracioso. Como es lo que tengo que hacer para una práctica, lo voy a observar. Preparada para la enfermedad griega.

No deja de tocarse la barbilla. Es como cuando te sale un grano subterráneo y tú te esfuerzas por tocarlo. Y es un dolor agradable, por muy masoquista que parezca. En realidad, me temo que sólo está pensando. O se aguanta la cabeza por el traqueteo del tren.
Ahora mira su reflejo en el espejo. Lo hace de forma descarada, y se coloca el pelo. Por lo menos es sincero. Hay otros que lo hacen de reojo. Pero, al fin y al cabo, todos lo hacemos, lo de mirarnos al espejo.

Me acaban de mandar un mensaje al móvil. Así que he abortado la misión de espía (tachado) de antropóloga inocente. He dedicado una parada y media para: (1) encontrar el móvil entre las mil andróminas de mi bolso industrial barra saco de dormir (de 5 plazas), (2) abrirlo (recordar: manos ocupadas con material de papiroflexia), (3) procesar el mensaje y (4) responderlo. Con todo, he perdido la pista de mi sujeto. Le acabo de decir adiós con la mirada. Me ha correspondido (es importante jugar al rol playing de esquizofrénica en las observaciones de campo), pero me ha evitado rápido. No sabe que era una despedida.
Es curioso: nos cruzamos con cientos de personas cada día que jamás volveremos a ver. Y es una pena.

Después de dos horas en el gimnasio (clase de tonificación y aeróbic), me encuentro de nuevo en el ferrocarril, aunque dirección opuesta. Un año antes, y otro gallo cantaría. Es otra de mis penas.

Todos vamos solos. Como nadie sabe para dónde mirar, CORRIJO: como todo el mundo acepta las normas implícitas de “no mirarás al prójimo en los transportes públicos”, parece un vagón de autistas bizcos. Para no entrar dentro de este rango, tenemos a los que leen, los que duermen, y los que miran por la ventana. Más allá de eso, está el grupo citado que se dedica a mover la cabeza de un lado a otro, hasta que algún otro con el mismo papel cruza mirada con él y ambos optan por hacerse los remolones, con el movimiento de cabeza pertinente y la cara de longuis apropiada.

No me gustan demasiado las personas con reloj. Son necesarias, a veces; pero no consiguen atraerme (absurdo radicalismo en efervescencia). No es que crea que el reloj es inútil (que un poco), sino que no me gusta la doctrina de llevarlo atado a mi cuerpo, a mi muñeca. Es por eso que, a veces, de forma metafórica me pongo uno y le paro la hora. Así pienso que puedo controlarlo. O que, en realidad, no me importa.

Y no es una mentecatez (palabra rescatada de mi tonto juego de encontrar sinónimos en el Word). Y tampoco estoy diciendo que nunca mire la hora que es, porque de este modo nunca llegaría a mis citas. Lo que me horroriza es que me mande algo tan abstracto. Sólo me engaño jugando con él un poco. Aunque sepa que él va a ganar igual.



Última teoría creada hasta el momento, en días de grado alto de fobia social, en los que me dedico a acampar en el terrado de mi casa durante horas, con un lápiz, cuatro hojas, algún que otro libro, un cojín y una toalla (ya he dicho que iba de acampada):
El amor no se mide por el grado de sufrimiento que se siente cuando no se está con la persona amada, sino por el grado de satisfacción que se siente cuando se está con ella.






* En memoria a una chica que redactó mientras andaba y no murió en el intento.

domingo, 6 de mayo de 2007

Como una torre demasiado alta

Hoy, día de la madre, he acabado encerrada en la habitación de ésta leyendo el kamasutra. Sí, no es algo muy normal; pero tampoco es normal ir a una clase de universidad disfrazada de princesa de Sant Jordi, con cuatro personajes más, y hacer una performance. No me viene de aquí.


Lo que aparece en ese libro es algo a lo que todavía no le he encontrado un adjetivo para definir y, como el egoísmo no es una característica muy notable del hombre, voy a compartir lo que hay entre esas líneas y dibujos.

Cuando de pequeña me preguntaban qué quería ser de mayor, yo respondía: periodista, abogada, profesora, actriz (dependía de la época de lucidez mental en la que me encontrara). Estaba equivocada. Lo que de verdad debía pedir es: ser escritora y dibujante del Kama Sutra, Ananga Ranga. Poder llamarle a mi flor yoni (un poco cholo el nombre), y a la cosita de mi compañero lingam (lingam lingam sbsbsbsbsbs, ven aquí, ven bonito, ¡busca busca!). Sólo así podría llegar a ser feliz. Feliz y experta en el arte del sexo.

“El mordisco hinchado es el que produce una hinchazón”. Vale, está bien saberlo. Pero, siendo ya arriesgada, me atrevo a preguntar: ¿hace falta volver a Cromañón, desangrar a tu compañero, llenarlo de bultos y heridas? ¿Se pueden usar palos? ¿A mayor dolor mayor placer? ¿Debo ponerlo en práctica con cualquiera, o necesita entrenamiento especial? ¿Luego tengo que recibir ayuda psicológica?

“Cuando la mujer se pone a gatas, como un animal, y el hombre la monta como si fuese un toro o un semental, se llama postura de la Vaca”. Más dudas: si la mujer se pone como un animal (indefinido), y el hombre como un toro, ¿por qué se llama Vaca? ¿Se tiran una sábana encima y supuestamente recrean la forma, mientras emiten muuu muuu? Me voy a ausentar dos minutos para preparar la Granja de Playmobil. Tengo que ir ambientando mi nidito de amor.

Seguimos.

En el sexo no todo es bonito, como ya se ha visto con el Hinchazón: también puedes golpear a la pareja. No dice qué utensilios usar (una versión adaptada española podría añadir el “bolso”), pero te indica cuatro maneras de realizar la dulce maniobra: con la palma de la mano, con los dedos ligeramente contraídos (señor del Kama Sutra, me va a perdonar ud. pero esto no lo acabo yo de visualizar. Sólo soy capaz de verme con una contractura en los dedos), con el puño (a mala leche), con el dorso de la mano (del estilo “no soy violenta pero las lanzo igual”).
“Estos golpes son dolorosos y la persona que los recibe suele emitir un grito de dolor”. Lo básico es la sinceridad y ya te avisan, que vas a hacer daño. Encima tienen la amabilidad de enseñarte qué tipo de sonido es probable que hagan. No lo voy a plagiar aquí, porque tampoco lo he acabado de entender muy bien (esto y porque, siguiendo mi condición de tonta, he cerrado el libro perdiendo, así, la página). Lo que sí puedo decir es con qué animales se asemejan los sonidos orgásmicos de las mujeres; increíble pero cierto: “al grito de la codorniz (Lava), del cuclillo indio (Kokila), del palomo de cuello manchado (Kapota), del pato Hansa y del pavo real (haga el lector el favor de aplaudir mentalmente a los observadores de campo que llevaron a cabo esta investigación)”. Estas técnicas orientales me traen loca. Mañana mismo me voy al zoo a imitar sonidos.

Sadomasoquismos y canciones varias a parte, también he aprendido algo sobre seducción y afrodisíacos. Afirman que un ungüento compuesto de tabernamontana coronaria, de costus speciosus y de ftacourtia cataphracta puede utilizarse como crema de belleza. Ajá. La pregunta no es si habrá de eso en el Mercadona, ni siquiera si seré capaz de repetirlo sin ahogarme; la gran cuestión es por qué lo tenían tan escondido. Se ha de ser egoísta para ponerse eso por las noches y poder dormir tranquilo. A partir de ahora me iré a dormir a las 5 de la mañana. Es importante ver todos los teletiendas posibles. ¡¡Seguro que, después de la baba de caracol, nos dan alguna información sobre la tabernamontana […]!!

Afrodisíacos, ungüentos y ahora hechizos. Mucho Harry Potter veo yo por aquí. Con lo que nos complicamos la vida y se ve que cogiendo un cráneo humano del cementerio o quemadero (algo muy habitual) en el octavo día de la quincena iluminada por la luna del séptimo mes Ashvini (importante contacto previo con la NASA), exponiéndolo al fuego, recogiendo el hollín en un plato (¿sopero? ¿de postre? ¿importa si hay restos de macarrón?) y llevándose a este último a la superficie inferior de los párpados serás capaz de fascinar a todo el mundo (eso si no te coge una infección en los ojos que te quedas hasta ciego). ¡¡Fíjate tú que facilito!! Pero si te pregunta alguien “qué tienes en el ojo”, ¿qué respondes? “Nada… el otro día que fui al cementerio y me dije, ¡voy a quemar un ratito su cráneo!... y me fui animando y animando y aquí me tienes… Si es que no somos nadie…”

Cuando la letra ya atentaba a mi autoestima, porque no lograba entender las cosas, pasé al material gráfico. Vale, pues voy a contaros un secreto: los modelos son un hombre (feo con ganas) con un gorro que va cambiando a cada foto, y (y aquí viene lo sorprendente) un travolo. Que no nos engañen más. ¡¡Eso es un tío!! Lo que pasa es que le han puesto una sábana en la cabeza y unas tetas de implante, para disimular, y ya se creen que los europeos nos lo creeremos. Pero a mi no me engañan. Ese tiene más bigote que yo cuando pierdo las pinzas de depilar. Y no se hable más.

No. Porque luego viene cuando me tengo que plantear el uso que hacen mis padres del libro; de si el gallo que canta por las mañanas es del vecino o es mi madre teniendo un orgasmo; y de por qué me faltan piezas del Playmobil.




Dejadme regalaros un fragmento que alguien me regaló en su día. No sólo leo kamasutras, sino que también Almudena Grande también ha pasado por mi retina. De mayor, Kama Sutra y Castillos de Cartón:


"Era demasiado amor. Demasiado grande, demasiado complicado, demasiado confuso y arriesgado, y fecundo, y doloroso. Tanto como podía dar, más del que me convenía. Por eso se rompió. No se agotó, no se acabó, no se murió, sólo se rompió, se vino abajo como una torre demasiado alta, como una apuesta demasiado alta, como una esperanza demasiado alta."

jueves, 19 de abril de 2007

You're the first, the last, my everything

Llevo todo el día pensando cómo contar la experiencia vivida. O, más bien cómo contarla, cómo excusarla. Primero he pensado en el recurso fácil del tiempo: ejke el sol me afecta las conexiones neuronales, ejke el impacto solar es un cambio demasiado brusco, y demás ejkes. Pero luego he decidido dejar el tema meteorológico para cuestiones de ascensores y encuentros casuales no deseados y centrarme en algún tipo de trastorno mental. “Calla que te cierran el blog”, me he dicho. Así que, finalmente, he optado por dejarlo ir así…como quien no quiere la cosa; con la cara esa que pones cuando te has tirado un pedo y no quieres que te descubran (ejemplo mundialmente archiconocido).

Hoy día 19 de abril, por motivo de ausencia de un profesor, nos hemos visto obligadas a tumbarnos en el césped de la universidad. Mira que yo no quería; “vamos a adelantar materia, vamos a repasar conceptos no fijados”, repetía. Demasiado tarde; ya me encontraba estirada junto hormigas, con un juego de la oca versión Telepizza (sí, eso existe. Aunque, lanzo duda sólo para expertos en rimas absurdas: ¿de moto en moto y tiro porque…?), y con una descomposición de bacterias sobaquiles importante. Después de tratar los temas de pedos vaginales (algo que casi siempre hablan todos los grupos de jóvenes estudiantes) y, de algo más común todavía, descubrir que tienes amigas que saben propiciarlos, pasamos de la posición horizontal a la posición reclinada de los asientos del bar, un centro muy cultural también.

Al entrar, sonaba la canción de Barry White. Cual estímulo-respuesta, me ha venido la asociación con la escena en que Bizcochito, de Ally McBeal, realiza su danza de pre-seducción delante del espejo. Y ese momento ha sido peligroso, porque he empezado a ladear la cadera de un lado a otro y a mover los brazos de aquí a allá. Como ya iba descompasada con la música, ha sido un fracaso. Pero a lo lejos había un hombre que no pensaba lo mismo; ese hombre era (pausa) el hombre del bar (dicho con eco) y su ayudante. El muy buen señor me ha incitado a seguir haciendo el ridículo con la propuesta de repetir la canción. Y a mí no me puedes dar la mano, porque te cojo el brazo y parte del sobaco. Así que, librándome de la carpeta y el bolso, me he colocado en posición de baile y el hombre ha sabido qué hacer a la perfección: le ha dado al play y, lo que es mejor, ha hecho sonar la música por todo el bar. Stop. Cuando digo el bar, no me refiero al “Bar Casa Paco”, no; sino que hago mención a una sala de dimensiones del parking del PRYCA (y todos sabemos cómo de llenos están los bares de las facultades: “es importante escaquearse”, ley 5 del decálogo del estudiante).


http://www.youtube.com/watch?v=wS1hwS9da98


Cuando veis este video, me veis a mí delante de los individuos presentes en el bar. Que lo más sorprendente de todo no es cómo alguien puede tener las narices de hacer el ridículo de tal forma, sino cómo este alguien puede luego seguir con su vida con normalidad, y no salir corriendo. No, nada de eso. Todo por la fama, todo por el público. Ahora entiendo yo a la Jurado cuando lloraba al ver aplaudir al público. ¡Si es que no se puede liberar más dopamina! El momento en que me he girado y he visto a todo el bar aplaudiendo he sentido que tenía que repetirlo más veces. Podría montar una gira, con mi autobús y todas esas cosas. Y luego me he dicho, anda y ves a contarlo al blog porque, si luego alguien te quiere pedir un autógrafo, lo va a tener más difícil con tanto guardaespaldas y periodistas aprovechados.

Esta chica debe ir al psicólogo. Sí, debe y va a ir. De hecho, hoy he visitado a uno (y no precisamente por el desencadenante de la mañana). Mi carta de presentación ha sido: “ansiedad (todavía no le he dicho que el test STAI marcó un percentil 97) (Lo digo con orgullo y honor), problemas metafísicos y existenciales (aquí ya me ha mirado raro), relaciones sentimentales pésimas, entre otras”. Todo esto leído a velocidad de la luz y con un grano subterráneo en la cara (concretamente la barbilla) que medio hablaba por mí. Lo hago para que se acostumbre, porque a mi los psicologímetros (rollo taxímetro) me ponen nerviosa; voy a tener que optimizar los minutos y aprender a hablar más rápido. La vida está muy cara.

Es curioso como se alarma la gente ante la idea de ir al psicólogo. Quiero ser mejor persona, sacar lo mejor de mí, exprimir cada rincón y desmenuzar mis partes malas. Encontrar un equilibrio, sanar mis relaciones, hablar conmigo misma. ¿Qué hay de malo en eso? Hay veces en los que no te sabes escuchar. O que te has escuchado tanto que te has perdido en tus palabras. Y ya no sabes qué creer. No sabes cómo reconducir tu vida. Y no esperas que otro venga y te hable como si de un oráculo se tratase. Pero si te hace falta que te limpien las gafas. Ves borroso pero no te puedes ayudar porque no eres capaz de ver el problema sin un espejo. Y ese espejo es el psicólogo, que no es más que uno mismo. ¿Vas a conformarte con lo que eres, o esperas mejorar cada día?

La moraleja del día es llevar siempre una sonrisa puesta. La vida puede ser como tú quieras dependiendo de las gafas que uses. Mírala con esperanza y ella te devolverá bailes de Barry White (mi discurso parece un poco sectario). Aprende a salir a la calle y párate a mirar el sol (no importa que otros te señalen y se escondan en un portal). Son las cosas pequeñas las que hacen tu estancia más grande. Cuando te estires en la hierba (a parte de saber que, probablemente, estás haciendo campana), analízalo todo. Atento a las hormigas. Decide cuál serías tú. ¿Seguirías la fila? ¿Te perderías entre los zapatos humanos? ¿Dejarías que seres mayores te pisaran? ¿Huirías con otra hormiguita para vivir una historia de amor? ¿Ayudarías a otras a cargar con su comida pesada? ¿Te detendrías a un lado, quejándote de lo duro que es ser hormiga? ¿Te perderías el cielo por sólo mirar el suelo (ya sé que la pobre anatomía de las hormigas y su nulo movimiento rotatorio de cuello es limitado pero…)?

Sabes qué pasó ayer (y si no lo sabes, debido a líquidos etílicos, tus amigos podrán recordártelo gustosamente). Pero nunca sabrás lo que pasará mañana. Y eso es lo bonito de vivir: cómo de imprevisible es todo.

jueves, 29 de marzo de 2007

What happens when you lose everything? You start all over again

Hoy voy a contaros mi experiencia traumática de la depilación de partes bajas. Que lo digo así lo primero para que luego no asuste tanto. Ya me he quedado más tranquila.

Algún día del mes pasado me debí levantar yo con ideas lúcidas y se me ocurrió depilarme la flor. Si Freud se levantara me diría que mi inconsciente planeaba una noche loca de sexo desenfrenado; pero si Freud se levantara, creedme que le diría que se volviese a acostar porque actividad, y encima sexual, mi Parte (aprovecharé para ir poniendo la multitud de nombres graciosos – para la LOGSE: gracioso, de gracia, que me hace a mí- que puede llegar a adoptar esta parte del cuerpo) no iba a tener, si no fuera por la menos turbación.
La cuestión es que me felicité a mi misma por la fantástica idea que había tenido. Como si me hubiese parido, qué orgullo que sentía por ejercitar las neuronas de esa forma tan magistral. Y me fui tan feliz dirección Centro de Estética.

Vale, primera duda: dónde hay una cosa de esas, si es que existe. Creí recordar que antaño yo solía depilarme todo como dios manda en un sitio legal donde una mujer en bata te hablaba rollo terapia psicoanalítica mientras te iba dando tirones con un moco amarillo que quemaba. Pero hacía tanto de eso que dudaba de su continuidad en la tierra.
Cuando di con su paradero (consiste en dar vueltas arriba y abajo hasta que encuentras algo que, a tu entender, es el objetivo deseado), me asaltó la segunda duda: ¿y aquí no se tendrá que pedir hora? Vaya un desmorone cuando vi la cruda realidad: ya me veía yo volviendo a mi casa con el Chichi (ésta es buena) a lo bicho de la Familia Adams. Pero, armada de valor, entré; la disonancia ya vendría luego, me dije.

- Hola!
- (Vale, mierda, Sandra, joder, esto lo tendrías que haber planeado mejor: ¿y ahora qué le digo yo a ésta? ¿Cuál es su argot? ¿Hablan mi idioma? ¿“Hola vengo a depilarme el pubis” es correcto? No. Porque pueden no depilarme los labios. Vale, maticemos: “Hola vengo a hacerme las ingles”? Puede ser que no, porque mi cultura me dice que hay tipos de ingles –la caribeña, la brasileña…- y cuál de todas ellas es, vamos a ver. Joder qué chungooo, estoy sudando. Hiperactividad cerebral, tengo. Encima estoy tardando en contestar y la pobre ya me mira raro. Venga Sandra, di algo, ni que sea finge que estás afónica… No, no: hazte la tonta. Ya está, tú hazte la tonta y alarga las frases. Ánimo) Hola…
- Hola
- (Podemos saludar más veces pero ya no creo que sea necesario) ¿Se tiene que pedir hora? (¡¡Muy buena, Sandra!! Aquí despistando con temas secundarios)
- No, no hace falta. Puedes pasar ahora mismo
- (Mierda, ya la hemos liado. ¡¡No estaba preparada mentalmente para esto!! WAAHH socorro, no puedo hacerlo, ¡¡que alguien me saque de aquí!!) Ah… vale. Pues… (tranquila, no hiperventiles; es importante) venía a depilarme las ingles (¿Era necesario que le enseñaras donde tienes las inglés? ¿¿¿Era realmente necesaria esa indicación??? ¿Crees que ella no tiene?)
- Todo, ¿no?
- (Todo, todo... a ver si me vas a dejar como cuando tenía 3 años y te demando... que estoy yo muy puesta en el tema de leyes desde que veo Ally Mcbeal) Sí, sí, todo (Dios, sólo me falta decirle luego que es para el rodaje de una película erótica)
- Vale, espérate aquí un momentito y ahora te llamamos

En ese momento, y es feo, pero me vinieron pensamientos neuróticos: ¿y si estoy sucia? No, que te has lavado antes de venir. Sí, pero has andado cinco calles, se puede haber ensuciado, la muy traidora (me doy cuenta que a veces soy Gollum y tengo un trastorno bipolar). Total, que me voy al lavabo a corroborar información. Porque me sabría muy mal que la pobre mujer, a parte de depilarme eso feo y peludo a las 4 de la tarde, justo después de comer, encima estuviese sucio. Que no, que no.

El momento crítico fue cuando me aparece la típica rubia de centros de estética con sus piercings y sus pantalones ajustados y me comunica que ya puedo entrar.

- Vale, ya puedes pasar y te quitas la ropa.

Me dice esto y se va. Vamos a ver que me aclare… para qué tanta formalidad, por qué demonios me dejas aquí en mi intimidad para quitarme la ropa… ¡¡si me vas a ver el Chichi (repito palabra porque es mi favorita) dentro de dos minutos!! Era un tema que tampoco iba a ponerme a discutir. Así que con la músiquita de fondo me quité los pantalones y me quedé ahí de pie, esperando como una idiota. Y aquí pasa algo que me tortura de mi persona: de tantas pelis que he visto, siempre que me desnudo en un sitio público (como si lo hiciera cada día) me imagino que hay cámaras. Pero bueno, ése es otro tema.

Al cabo de una hora (que dices: no sé tú pero yo tanto rato para quitarme un pantalón no necesito), la chica aparece.

- ¿me tengo que quitar el tanga? (Si se tiene en cuenta que me va a depilar la concha, la pregunta puede parecer estúpida; pero mi gran cultura se asomó de nuevo y recordé que no es necesario que te quites las braguitas porque ya se montan ellas las peripecias varias para depilarte)
- No, no hace falta.

Entonces hace algo que me descoloca totalmente: coge un pañuelo de papel y me ata el tanga a modo tirachinas, o yo qué sé qué era aquello. En ese momento estuve tentada de pedirle el carné del gremio de los depiladores, pero opté por mirar al techo en busca de alguna cámara que explicara lo que estaba pasando.

Qué gran momento. Yo con las piernas puestas como una rana, la típica escena de película en la que las drogan para luego matarlas (se ha de ser psicótico, pudiendo experimentar con ratas), y la otra en la gran odisea. Qué penita me daba la pobre. Encima me tocaba. Paremos en este punto: a mi me da igual que me toque, como si me pone el dedo en el brazo. ¿Pero no le da repelús a ella tocar mi Cosita sin guantes ni nada? Además, con lo activa que es mi Flor, andar apartando telarañas no debe ser muy agradable…

Cuando acaba, la situación es tensa. Porque a mi me dan ganas de agradecer, que se ha de ser imbécil, después de lo que pagas. En fin, es lo que tiene levantarse lúcido y tener ganas de que te depilen las Partes (que no se por qué digo partes, si de partes sólo tengo una).







P.D: Quiero que quede muy claro que mi estado habitual no es una Flor Peluda; sólo quería probar la experiencia ridícula de que alguien me depilara (ahora que lo leo, parezco una enferma). Esto lo remarco por si tengo que hacer una película porno algún día, que conste en mi currículum.

sábado, 24 de marzo de 2007

Sapphire and faded jeans, I hope you get your dreams

Vengo de hacer el gran numerito artístico. Creo que hoy he hecho el peor baile de la historia de los patines, pero no importa; ya me buscaré alguna atribución por hacer. ¿Cómo cual? “uhmmmm, es que tenía mucho sueño…”

Qué manía la gente con que no había dormido. Eso que te miran con cara ácida –lo que viene siendo el Fary con un limón en la boca-, se inclinan un poco –para dramatizar, porque con patines, si me lo propongo, puedo ser hasta alta- y te dicen aquello de “¿¿qué te has ido de fiesta??”, léase con voz preocupada. “Pues no, no me he ido de fiesta. Fui a dormir a casa de una amiga y nos quedamos haciendo el imbécil –cuando digo imbécil hago referencia a un “estube imitando el baile de seducción de Bizcochito y la trupe Ally Mcbealera, en el lavabo” (para dar ambiente coged el ratón -> Emule -> Descargar “Barry White - My First, My Last, My Everything) (la pondría aquí pero tengo mis limitaciones) hasta las tantas, me tragué dos veces y media la peli de Beetle Juice, jugamos a deprimirnos con la realidad e incluso realizamos vídeos-parodias patéticas emulando al Sexto Sextido (“En ocasiones me tiro pedos”, dice “El niño del Sexto sentido”. “¿en serio?, dice Sandra. Cámara me enfoca la espalda, cámara cutremente se acerca, cámara me hace un primer plano y aparezco con una mascarilla de hospital: “pues… pues no lo había notado”) (Vale, aquí podéis hacer la risita incrédula –echar el aire por la nariz, como si se quisiera impactar un moco contra el teclado- del estilo “juas, me río de lo ridículo que es”. Sí, sí, comparto el sentimiento). Pero si tenemos en cuenta que he dormido en una cama de matrimonio con mi mejor amiga –queda muy de quinceañera esto de las mejores amigas, ¡¡fiends forever!!- hasta las 11 de la mañana… PUES SÍ, SÍ HE DORMIDO. PERO ME PARECE QUE ME ACABAS DE CREAR UN TRAUMA, so estúpido. Feo tú. Tú más.

¿Me estaré convirtiendo en un monstruo? ¿En qué superguerrero estará mutando mi cara? Sea lo que sea, me pido Son Goku.

Llevo un descontrol de horas de sueño importante. El miércoles fue muy descarado: pretendía irme de acampada. Os lo voy a contar porque no tiene desperdicio. Venga, id a por palomitas:

Miércoles día 21 (lo he tenido que mirar, confieso) de Marzo Sandra, después de un entrenamiento cualquiera de patinaje, fue dirección Universidad para reivindicar el alto coste de la vivienda. Cuando llegué, me encontré una multitud de tiendas de campaña. Qué maravilla, aquello parecía el camping del Delfín Verde, por lo menos. Me acerco en busca de mis amigas y me encuentro con 80 personas en el césped en pseudosilencio. ¡¡Ahhhh, qué miedo, nos quieren hacer adeptos a una secta; que alguien me saque de aquí antes que sea demasiado tardeeeee!! Gente hablando por turnos, diciendo cosas coherentes, manifestando sus ideas, respetando a los demás, intentando cambiar una parte de este mundo… pues cómo me iba a sentir, como una de las Gemelas de Sweet Valley acampando en el campus para luchar por algún ideal. Esto se lo voy a contar a mis nietos, me repetía.
Lo curioso es que después de la asamblea todas aquellas voces maduras se mezclaron con el liberador por excelencia de dopamina, que es el alcohol, y ya se desmadró todo. Hogueras, guitarras, tambores, gente bailando… y yo y mis pies congelados por el viento polar de Alaska.

A las dos hicimos una retirada digna a nuestra super tienda de Boy Scout con la pretensión de no morir por congelación. De hecho, en aquel momento casi casi me hicieron un torniquete en el pie a causa de mi cangrena y mi zero movilidad del dedo pequeño (hay que ver cómo dramatizo). Me envolví como un canelón en el saco, pero aquello era tan útil como yo intentando hacer bricolaje, ¡¡me entraba aire por todos los lados!! Muévete por aquí, hipnotízate hasta que nada te duela, cuenta ovejas… así hasta las 3 y media. Entonces me salió la vena de Boy Scout rebelde y empecé a despertar a todo el engendro presente en la tienda –la típica amiga tocapelotas-. “oyeeeeeeee, que esto de dormir al lado de un aspersor y tener un pseudoventilador enchufado al lado, me supera. Yo… yo me voy a mi casa, que tengo una cama calentita y un cojín de última generación. ¿Alguien se viene?”. Y sí, a las 4 de la mañana estaba con una amiga en mi cama, lejos de la acampada manifestante. No cabe decir que mi madre se burló de mí por verme aparecer a las 4 de la mañana. Qué frustración cuando regresamos a las 8 y la tienda ya estaba recogida. Con la ilusión que tenía yo de quitar los clavos.

ZzzzzzzzZZzz. A vér con quién, cómo y cuándo dormiré yo hoy.






Enigma del tatuaje: Valldaura = colegio donde doy clases de patinaje. GELS = (buen intento, Laura. Te mandaremos la entrada para el estreno de la película del Shin-Chan a tu casa, junto una caja de cereales de regalo) CHICAS. Es un gran impacto ocular, lo sé. La pobre niña se dejó la R y para arreglarlo hizo el apaño presente con el comentario siguiente: “nada, yo lo pongo así con la fonética, pronunziàtion, y ya se entiende, oye”. Sí, sí, tú haz… si total, el hombro es mío. Una horterada más, una horterada menos… pues ya no me viene de aquí.



Reto del día: Hacer reir a alguien hasta que llore. Ayer lo conseguí y os prometo que es muy placentero.

lunes, 19 de marzo de 2007

Stop What You're Doing and Love Me Now

Estoy vaga. Veía normal lo de hacer levantar hasta mi perra para ir a abrir la puerta; o lo de dejar correr a los otros para coger el teléfono. Pero lo de dormir un domingo entero ya sobrepasa la curva de la normalidad.
Pobre hermano, el mío: ayer quisimos recrear un cine particular, o lo que viene siendo cerrar las persianas y tumbarse en algo cómodo (hay que ver la manía que tenemos todos de ver cines donde no los hay). Vale que la película era un tanto tirando a un mucho patética, vale. ¿Pero y la alegría de ver una película junto a alguien, qué? Total que ahí estábamos los dos, mirando Shin-Chan (ohhh jodeeeer mieeeerdaaaaa –¡¡censuren censuren!!-, ¡¡me había prometido a mí misma que no lo admitiría en voz alta!!) cuando, así como quien no quiere la cosa, yo me incliné hacia atrás y… ERROR. ERROR. Vamos a ver, para qué demonios me tiraría para atrás, me taparía con una manta, y me pondría un cojín. ¿¿Por qué me miento a mi misma?? Que no tonta, que no te duermes… No, si, ya, claro. Por eso me levanté al cabo de una hora, justita justita para ver quien había hecho ese bodrio, digo, película. Mientras me incorporaba, iba pensando en la gran excusa para mi hermano “no estaba dormida, sólo me lo hacía”, “tenía los ojos cerrados porque me pican, pero estaba escuchando”, o la parte más rastrera que era comentar el principio, que sí había visto, e huir con los brazos en alto y las patas alocadas, hacia mi habitación.
PERO NO. NO. Justo cuando iba a interactuar con él, me doy cuenta que en la habitación sólo estamos Shin-Chan, la Play y yo. Y el cine, si me apuras. Pues vaya par de hermanos. A ver si va a tener que venir la asistenta para analizar la comida que prepara mi madre. No quisiera yo tener las hipocretinas alteradas…

Dejando el tema sueño de lado (por aquello que cuando hablas de X al final acabas teniendo los síntomas –sin ir más lejos, el jueves pasado vi un vídeo de la narcolepsia y luego ya me flipaba que me iba a dormir estando de pie -¿seré algo hipocondríaca?-), y pasando por alto que estoy vaga, tengo mucha faena, de la cual no hago (casi) nada. Ohhhh, me estreso, me estreso pero no le pongo remedio. Aquí vuelve mi teoría del Gusto a Quejarse.

¿Qué tengo que hacer? Pues, básicamente, patinar. No hago más que ver ruedas. Ruedas y frases de la Ally McBeal (mis dos últimos, por lo visto, vicios). Y, para que veáis cómo de resentido se ve mi cuerpo, os adjunto una foto de mi hombro. Le he puesto una especie de pasamontañas a la de delante, rollo Documental de la Uno, por aquello de mantener el anonimato, que no tengo ganas de que me demande una alumna (además que siempre he querido hacer esto). Si alguien adivina el significado del tattoo, conseguirá una invitación para el próximo estreno de Shin-Chan (inciso: mi padre le acaba de preguntar a MI PERRA: "¿por qué me miras así? ai, ai, ai..." No he querido seguir escuchando). Pongo una alta recompensa porque sé que es difícil llegar a entender el por qué de la frase, así como la admiración del nivel de inglés del First (por lo menos). Pero lo conseguiréis.

Vaga, narcoléptica y tenemos que sumarle a la enumeración: tonta. Sí, sí; tonta de remate. Andaba yo el miércoles pasado hacia Barcelona, cuando me detuve a poner gasolina. Coge el monedero, vete a pagar, coge la supermanguera… tanta tecnología y luego para poner gasolina hay que ver la que liamos. Con lo fácil que sería con un botoncito, o una recarga solar, o yo qué sé. No; tienes que hacer el gran ritual de abrir la tapa, insertar la manguerita y esperar que se llene el surtidor antes de que se te cangrenen las manos. Pues normal que necesite las dos manos. Y eso hice, dejé el monedero encima del coche, para poder sujetar mejor a la bestia. Luego, tan ricamente, me senté de nuevo, puse la radio, y le di al acelerador… Dónde estará ahora el monedero es algo que me gustaría a mí saber.

Tonta. Que ahora me he quedado sin carnés (no gusta como suena la palabra, dime rara) de toda clase. Incluso sin dinero, pero es que eso me da igual. ¡¡¡A ver quién recupera mi carné del Club Super3!!! Si es que la gente tiene mala fe… una foto como ésa ya no se consigue jamás; como tampoco nunca voy a volver a ser una albóndiga chupacámaras, con coleta estira frentes incluida (mama, por qué me dejabas ir así al cole). Espero que el ladrón de monederos tenga trauma después de verme en el plástico azul. Anda y que le coja una diarrea, también.

Hoy voy a poner gasolina. Y me da igual que tenga que usar mis dos manos, porque eso ya no se va a repetir jamás; si hace falta hago volar toda la ciudad, ¡¡pero yo sin carnés no me vuelvo a quedar!!


Felicidades a todos los papás.
Si tenéis la suerte de tener un engendro como yo, al final del día os encontraréis : 1) Un móvil de última tecnología con cámara incluida; 2) Una conversación con mi nuevo amigo; 3) Una sonrisa de un hijo no tiene precio (y ése pobre hijo tampoco tiene dinero).




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