domingo, 27 de enero de 2008

Oh yeah, an African swallow, maybe, but not a European swallow. That's my point.

Qué ganas de reírnos de todo. Unos ansiógenos suripantos de la burla, y sobretodo ajena. Y esto lo descubre una estudiando psicopatología.


Resulta que un día un hombre tuvo una distorsión perceptiva (heautometamorfopsia) en la que veía los objetos de un tamaño que no tenían. ¿Y qué hacemos con esa alteración? ¡¡Hostia venga, vamos a hacer una película, venga sí, sí!! Y así apareció “Cariño hemos encogido a los niños”, como burla máxima del pobre hombre alterado, que ya tenía suficiente con ver a su mujer como una pitufa y no tener pulsiones por chutarla cual balón bengi, que encima tuvo que verse en vídeo.

No nos quedamos ahí. John Lenon, que fue un sabio de los tripis de LSD, usó este pasatiempo como musa para crear sus canciones: y ahí tenemos a su “Yellow submarine” que no es invención más que de su sinestesia profunda; ¡pero nosotros qué vamos a saber! Viva viva por la canción, y la canción resulta que era una yonkie acabada, que ni el Luisma en sus pasados más puros.

¿Y la gracia que nos hace imaginar cosas mirando nubes? ¡Pues toma engaño sensorial! ¡Toma paraeidolia! Y qué felices somos dañándonos los sentidos; si hasta se lo enseñamos a nuestros hijos: “venga hijo venga, vamos a pseudodrogarnos anda: ¿qué ves tú ahí?” “Mama, es una nube...” “¡que no, tonto! Mira, también puede ser un caballito, y un dragoncito... hijo, cariño, ¿por qué miras a tu mamá de esa forma?”. Y lo mismo nos hacen los psicoanalistas cuando sacan sus manchas negras. Es un engaño común e inocente, lo es. Pero cómo nos gusta la burla ajena, y más aún si está camufladilla.

Luego viene la gracia de escuchar a la abuela del pueblo diciendo que se le ha aparecido la virgen, o el ente extraño de la 2 a las tres de la madrugada que dice haber presenciado un fenómeno paranormal. ¡Qué no! Que lo que a ti te pasa es que te has creado una imagen eidética que no te la aguantas ni tu mismo colgado del tendedero.

Y no os creáis tan ajenos al asunto. ¿Quién no habrá jugado al tetris durante horas (cuidado con el tetris: ¡droga pura!), se habrá despistado un momentín y habrá visto en su cabeza quinientas piezas contorsionándose a la vez? ¿O habrá jugado al “qué pasa si miro al sol durante mucho rato y no me importa ser imbécil por joderme la vista”? ¿O (y ésta es la buena) habrá abierto un mail en el que le pedían mirar unas manchas y, al depositar la vista en la pared después de mirar eso inconexo durante mil horas (por si no hacía efecto), se cagaba vivo por ver la cara de Jesús bailando por la habitación? Pues no confundir con una pseudoaparición religiosa, una pieza de tetris viviente o una ceguera en forma de sol. Lo que aquí tenemos es una imagen parasitaria que sólo nos durará unos segundos; y qué pena, porque debe ser curioso ir viendo tetris por la vida. Yo sé más de uno que iría haciendo combinaciones mentales, que hay mucho viciado suelto.

Y tampoco os relajéis ahora: ¿nadie se ha visto sentado en el vater sacando 4 gotas (polaquiuria) pensando y proclamando previamente a los 4 vientos que se estaba meando como nunca? ¿nunca habéis tenido la necesidad de defecar (relajación de esfínteres) mil veces antes de un examen? Efectivamente, otro estado ansioso producido por el nerviosismo de la situación.

Sin embargo, lo que más me ha sorprendido es lo siguiente: la hipertímia. Como definición exacta, diremos que es una patología de la afectividad en la que se tiene una excitación extrema, jolgorios mil, como si te hubieras tomado 4 malibús seguidos (no más, que luego vendría la hipotímia y no es bueno mezclar conceptos). Cogido con pinzas, y con muchas pinzas, aquí me ha parecido ver a un héroe de la infancia. Y puedo ser muy puta descubriendo un enfermo mental que adorabais, sí; soy consciente. Pero no podíais seguir viviendo sin saber que EL FOLLET TORTUGA padecía esa patología. ¿Creías que era normal esa peculiar apariencia? ¿No os dabais cuenta de su grandiosidad, desinhibición, chistes fáciles, conducta viscosa? ¡¡Menudo un enfermo!! Salido no, enfermo. Pobre hombre mutante...

Y siguiendo con los viejos, ¿qué quiere decir la broma de comparar el parkinson con el movimiento de un “contador de monedas”? ¿Un manual de la psiquiatria debe hacer esta broma? ¡¿debe?! Qué bien se lo pasan los psicólogos de la psicopatología.Pero no son los únicos que disfrutan. Esta burla llega hasta los polis. Atención a la supertécnica que utilizan para descubrir si alguien ha consumido alcohol: ver si hay temblor intencional por afección cerebelosa. (ahora viene cuando me saco la zapatilla de la boca y me explico) Si alguna vez os dicen “¿podía intentar tocarse su nariz con su dedo índice (lo más patético en ciencia que se ha visto nunca)?” debéis afirmar tener una lesión en el cerebelo o, de lo contrario, os quitarán los puntos que quieran, por borrachos; a parte de reírse de vosotros por bailar la marimorena delante suyo.


Y pensad una cosa, cuidado con lo que miráis, cuidado de lo que os reís y cuidado con los libros de psicopatología.