Cada día la Navidad me asusta más. O cada día me asusto más yo. Si es que ya sabía yo que eso de no hacer nada era contra prudente; no me puedes dar dos horas extras de no actividad, porque acabo pensando, y eso es un problema. Que pensar es malo, pero analizar es peor.
Cuando analizo (una vez cada mucho tiempo), me acabo planteando la vida y todo. Que me han estafado, señores. Hoy lo he visto muy claro. Me han hablado del cagatió, la super tradición catalana (más que la del pa amb tomàquet, mucho más, dónde va a parar), y he acabado repitiendo la frase inicial, con voz en eco (eso internamente queda chulo chulo. Luego te enfadas porque sólo tú ves los efectos doblesound round –sí, sí, el de las teles- y ya te tienes emparanoiado con tu esquizofrenia –vale, siempre hablo de la misma enfermedad; qué pasa si hice un trabajo de eso, a ver; qué pasa-) (volvemos a lo de mis paréntesis quilométricos). Que venga un tio con traje rojo, borracho perdido (sólo hay que verle la nariz. ¡Hasta su reno va borracho! Aiii, Rudolf, Rudolf…), pase todos los controles de alcoholemia (un poco cogido con pinzas, pero pasa) y llegue a tu casa por la supuesta chimenea u otras variantes (entra por la ventana, traspasa paredes, bla bla)… tiene su coherencia; poca, pero la tiene. Que te haga ilusión que tres tíos en camello lleguen a tu fantástico hogar vestidos de noble medieval, a lo desfasado, todo hay que decirlo, y se coman todas las guarrerías (y las sobras, no nos engañemos) que tus padres les ponen (además de la gran inocentada de pensar que se comen lo de tu casa y lo de 20 mil casas más, que encima suele ser lo mismo: unas cuantas neulas rotas, seguramente del suelo; un poco de turrón que el gordo de la familia ya no se pudo comer; y cuatro cigarros del padre, que luego se fuma histérico), también tiene su coherencia. Incluso aceptaría lo de poner los zapatos cerca del árbol para la inútil misión que vean lo limpios que están y te dejen más regalos (por favor, el inventor de esta tremenda idea se dirija a mi persona y me comente qué naricísimas estaba pensando cuando creó tal estupidez). PERO LO DE DARLE A UN TROZO DE MADERA Y ESPERAR QUE CAGUE, eso si que no. Y muchísimo menos creer que CAGARÁ REGALOS. ¿¿¿¿¿En qué nos estamos convirtiendo????? Si la actividad no era patética de por si, se entona una ridícula canción (que siempre hay algún familiar que no se la sabe. O el típico intelectual de cagations que sabe dos versiones y entra en conflicto) mientras se le va pegando con palos. Que lo malo es que nunca hay palos. Así que todo se vuelve más surrealista cuando te ves con cuatro niños más (y algún padre envidioso) dándole CON CUCHARAS (los más privilegiados podrán usar los macrotenedores esos de madera. Lo malo es que como no se suele tener más de uno, los otros se joden y le dan con la cuchara, sopera si hay suerte; normal si se es desgraciado) a una madera con barretina y con cara sonriente. Luego a ver quién le dice al niño que Pinocho no existe. Como no va a existir si luego pegas (dios, qué violencia) a un trozo de madera y te caga unos calcetines. No se puede ser más mentiroso.
Me voy a quejar al departamento de Comisión de fiestas Navideñas, sección Cagatió. Ja! Esto no se va a quedar así.
Cuando analizo (una vez cada mucho tiempo), me acabo planteando la vida y todo. Que me han estafado, señores. Hoy lo he visto muy claro. Me han hablado del cagatió, la super tradición catalana (más que la del pa amb tomàquet, mucho más, dónde va a parar), y he acabado repitiendo la frase inicial, con voz en eco (eso internamente queda chulo chulo. Luego te enfadas porque sólo tú ves los efectos doblesound round –sí, sí, el de las teles- y ya te tienes emparanoiado con tu esquizofrenia –vale, siempre hablo de la misma enfermedad; qué pasa si hice un trabajo de eso, a ver; qué pasa-) (volvemos a lo de mis paréntesis quilométricos). Que venga un tio con traje rojo, borracho perdido (sólo hay que verle la nariz. ¡Hasta su reno va borracho! Aiii, Rudolf, Rudolf…), pase todos los controles de alcoholemia (un poco cogido con pinzas, pero pasa) y llegue a tu casa por la supuesta chimenea u otras variantes (entra por la ventana, traspasa paredes, bla bla)… tiene su coherencia; poca, pero la tiene. Que te haga ilusión que tres tíos en camello lleguen a tu fantástico hogar vestidos de noble medieval, a lo desfasado, todo hay que decirlo, y se coman todas las guarrerías (y las sobras, no nos engañemos) que tus padres les ponen (además de la gran inocentada de pensar que se comen lo de tu casa y lo de 20 mil casas más, que encima suele ser lo mismo: unas cuantas neulas rotas, seguramente del suelo; un poco de turrón que el gordo de la familia ya no se pudo comer; y cuatro cigarros del padre, que luego se fuma histérico), también tiene su coherencia. Incluso aceptaría lo de poner los zapatos cerca del árbol para la inútil misión que vean lo limpios que están y te dejen más regalos (por favor, el inventor de esta tremenda idea se dirija a mi persona y me comente qué naricísimas estaba pensando cuando creó tal estupidez). PERO LO DE DARLE A UN TROZO DE MADERA Y ESPERAR QUE CAGUE, eso si que no. Y muchísimo menos creer que CAGARÁ REGALOS. ¿¿¿¿¿En qué nos estamos convirtiendo????? Si la actividad no era patética de por si, se entona una ridícula canción (que siempre hay algún familiar que no se la sabe. O el típico intelectual de cagations que sabe dos versiones y entra en conflicto) mientras se le va pegando con palos. Que lo malo es que nunca hay palos. Así que todo se vuelve más surrealista cuando te ves con cuatro niños más (y algún padre envidioso) dándole CON CUCHARAS (los más privilegiados podrán usar los macrotenedores esos de madera. Lo malo es que como no se suele tener más de uno, los otros se joden y le dan con la cuchara, sopera si hay suerte; normal si se es desgraciado) a una madera con barretina y con cara sonriente. Luego a ver quién le dice al niño que Pinocho no existe. Como no va a existir si luego pegas (dios, qué violencia) a un trozo de madera y te caga unos calcetines. No se puede ser más mentiroso.
Me voy a quejar al departamento de Comisión de fiestas Navideñas, sección Cagatió. Ja! Esto no se va a quedar así.