sábado, 9 de febrero de 2008

¿Qué ha pasado con las discos de antaño?


Llevo mucho tiempo encerrada en la biblioteca, aquel antro destinado para todo ente freak sediento de optimizar todo lo que no ha hecho durante el semestre, así que tengo mucho tiempo libre para pensar. Pensar chorradas, por supuesto.


Y hoy, a parte de reflexionar mañanalmente sobre la gracia que nos hace llevar una tela de ropa metida por un surco que une una nalga izquierda con una derecha (pensadlo: ¿qué quiere decir llevar un tanga metido por una raja? ¿Alguien se dio cuenta de que, como las bragas se metían por el culo, era mejor ahorrar tiempo, llevarlas ya arrugadas y crear el tanga? ¿En qué estaba pensando el creador de tal prenda? ¿Era antecedente de Tarzan?), le ha tocado el turno a LAS DISCOS.

Los viernes de un joven ya no son el estrés por tunearte a las tres del mediodía, con pollo entre los dientes. Aquella ilusión por ponerte esos pantalones que te marcaban hasta el intestino grueso y te hacían una radiografía de los huesos, o esos tops, a conjunto con la ralla de los ojos, que te marcaban los pezones (no había más, tampoco) (mentira: HABÍA LOS SUJETADORES DE RELLENO, que se aguantaban levitando) y la barriga plana (o gorda, pero es que antes no había tapujos. Debías seguir la norma de "quien vaya más embutida y enseñe más chulla, más tremenda estará").


Recuerdo que nos pasábamos horas delante del espejo peinándonos. Actualmente te haces un moño improvisado, sales así de fiesta y ya queda bien; muy vintage, muy viejuno. Antes no se llevaba tal cosa. El truco estaba en conseguir ponerte toda la gomina del super en la cabeza y fingir crear un pelo ondulado, la mar de natural. Naturalmente grasiento. Y no se te movía ni un pelo en meses. Era como llevar un casquete. Tengo amigas que me cuentan que cuando iban en moto no se ponían ni el casco. Aunque el repertorio de peluquería era algo más amplio: también podías plancharte el pelo con la plancha último modelo de tu amiga la guay, que te hacía el gran favor pero siempre te acababa quemando una oreja. Y qué jodidamente guapa estabas. Esa tarde te iba a pedir rollo media disco, por lo menos. Aunque tenías que ganártelo con tus movimientos encima del podium, claro.

Porque esa es otra. ¿Qué quiere decir la chorrada esta que hacemos ahora de balancear el cubata de un lado a otro y hacer un amago de mover los pies? ¡¡DÓNDE QUEDARON esos bailes encima del podium que acababas con dos tallas menos de pantalón, de tanto sudar!! ESAS LUCHAS por conseguir un puesto en el podium. Un podium de 10 centímetros compartido por 20 mil personas más. Pero daba igual: tú tenías que estar ahí dándolo todo, esperando a que el joven de 14 años con su bebida de zumo viniera danzando con movimientos retorcidos de brazos y te preguntara "¿quieres rollo?" y tú dijeras lo típico de "tengo novio". Que me pregunto yo, ¿no notabais algo, chicos, cuando, a la chica número 200, veíais que todas os habían dicho que tenían novio? ¿No chocaban un poco las estadísticas?


Y salías de la disco sudada. Los ojos negros porque se te había corrido hasta el rimmel, de tanto desfase. Y ahí estaba tu padre en la esquina esperándote (nada raro, tranquilos), escondido, porque tú eras malota y fingías ir sola. Incluso había días que hasta ibas en bus, super rebelde. ¡¡Y ahora quién no moriría por que su padre lo fuera a esperar a la salida de la discoteca y lo llevara hasta casa con la post-taja eh, quién!!

Ay, cuando era joven!, ay...

4 comentarios:

X dijo...

Pero, ¿no se supone que el tanga es más cómodo? Al menos, es de lo que nos habéis intentado convencer desde que existe... xD

Anónimo dijo...

A mí lo que más gracia me hace es acordarme de "los lentos". Esa sección de media hora antes de cerrar la disco, en la que ponían música de bailar achuchados. Tú deseando que te sacara algún tío bueno, y la mayoría de las veces sólo se acercaban borrachos o tíos resudaos.
:-D

Anónimo dijo...

Ahhhh, esto me hace pensar en mis tiempos discotequeros adolescentes, cuando yo lo daba todo cuando salía. Porque sí, tienes razón, nos arreglábamos más, teníamos más ilusión, bailábamos como posesos y acosábamos al DJ para que pusiera nuestra favorita. Cierto, yo era uno de los que luchaba por el puesto en el podio. Cierto, se me acercaban un montón de tíos a decirme el consabido "como te muevas así de bien en la cama" mientras yo apretaba los dientes en una sonrisa forzada que venía a decir "púdrete y déjame en paz" (ahora directamente lo digo, es lo que tengo yo :p). No sé, todo era distinto, como que se disfrutaba más...

A ver si un día nos vamos de fiesta y nos disfrazamos de dieciochoañeros para revivir esto ;)

Besos.

Aradiah dijo...

jajajaja! me he sentido identificada totalmente jaja! lo del podium era todo un reto, la ley de la selva y si lograbas subir aunque fuesen 3 minutos te creias la reina de la disco y lo contabas el lunes en clase. A mi me gustaba más el estilo de antes que el vintage-toque-que-moderno-soy de ahora...seré rara.
y cuando mirabas de refilon al tiobueno de turno y ese, claro, no te hacía ni caso jejeje!
y si mis padres me venian a buscar les hacía esperar 2 calles más arriba pa' que nadie me viese jajaja! es que era muy guay yo.
qué recuerdooooooos